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Buena Vida
El pene tiene su museo en Islandia
La Faloteca Nacional se dedica a coleccionar, estudiar y presentar el miembro viril humano y animal. Es única en el mundo.
Aquí hay de todo para elegir: penes de hombres, de ballenas, elefantes, osos, focas, gatos y hasta de ratones. ¡Tan impresionante como curioso!
Se trata del Museo Falológico de Islandia, la única pinacoteca en el mundo dedicada a coleccionar, estudiar y presentar el miembro viril humano y animal. Está en Reikiavik.
Hay penes gigantes de ballenas, contrastando con falos diminutos de cobaya y conejo. Se presentan genitales de caballo arrugados y viejos, cerca del pene de una cebra, conservado en posición vertical en estado flácido, o el de un carnero, flotando en su frasco en estado erecto.
Algunos parecen inevitablemente partes de un ser humano, hasta que un falo seco de un elefante africano de sabana recuerda que se trata, en su mayoría, de miembros de fauna animal.
10 días ‘engarrotado’
El espacio acoge la colección más grande del mundo de órganos sexuales masculinos, con cientos de partes de toda la fauna de mamíferos de Islandia, incluido el de un homo sapiens, y más de 100 de especies extranjeras. Cada órgano expuesto está perfectamente protegido y conservado, e incluye una meticulosa catalogación y una imagen del animal.
Los estantes que dividen la sala interrumpen la panorámica apabullante de falos, en su mayoría conservados en formaldehído y expuestos flotando en frascos de vidrio.
Una de las piezas es la de un reno, que mide unos 12 centímetros, pero se alarga un 40 % con erecciones durante el apareamiento, que dura unos 10 días.
Al otro lado se exponen frascos pequeños, con una lupa colocada delante, para ver el diminuto miembro de hámster y ratones.
El rey aventajado
Entre las historias fálicas que cuenta la pinacoteca está la de Fernando VII de España (1784-1833), que pasó a la historia como el rey Felón o el Deseado. Se cuenta que su tercera esposa, María Josefa Amalia de Sajonia, “se negó a acostarse con su marido hasta que una carta papal la convenció de que las relaciones conyugales eran parte de la moralidad católica” y el médico del rey le hizo “usar un cojín especial para suavizar sus embestidas coitales”, relata la pinacoteca.
Junto a esta historia cuelgan varias cartas de voluntad de visitantes que se han comprometido a donar sus partes cuando mueran.
Todo empezó con una broma, cuando en 1974 Sigurdur Hjartarson recibió un pene de un toro, un órgano largo y seco, como regalo del personal de la escuela que dirigía. Desde entonces le cogió gusto a la colección de miembros.
En 2011 recién logró su gran objetivo: un pene humano para su colección. Era de un islandés llamado Pall Arason que murió a los 95 años.