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Buena Vida

Luna es la décima guía del centro turístico Gran Cañón de Nachiyacu. Su ternura y carisma la han convertido en la favorita de los visitantes.Yadira Illescas

Napo: Conoce a Luna, la perrita que guía a turistas y enamora en la selva

Es la décima guía del Gran Cañón de Nachiyacu, un centro turístico enclavado en la finca El Paraíso, en la comunidad de Mondayacu

Luna tiene apenas un año de vida, pero ya se ha convertido en la guía más querida —y sorprendente— del centro turístico Gran Cañón de Nachiyacu, ubicado en la parroquia Cotundo, en el corazón de la Amazonía ecuatoriana.

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No habla, pero comunica con la mirada. No entrega mapas, pero conoce cada rincón de la selva. Es una labrador retriever que nació en Quito, pero que encontró su verdadero hogar en la espesura verde de Archidona en la provincia de Napo, donde su alma aventurera brilla en cada sendero que recorre.

Desde que fue adoptada por Hellen Bedoya, una joven de 19 años, Luna ha demostrado tener un espíritu explorador y una nobleza sin límites. Apenas un visitante cruza el ingreso a la finca El Paraíso, ella es la primera en recibirlo con una lamida afectuosa y una cola que no deja de moverse.

Si no está guiando ya a algún grupo por los caminos del bosque, se alista con entusiasmo para iniciar la caminata de una hora que conduce a uno de los rincones más mágicos del geoparque Napo Sumaco.

Capacitada para el rescate y el cariño

Siempre camina junto a los turistas. Atenta y fiel, no permite que nadie se quede atrás.Yadira Illescas

Aunque su oficio parezca solo un juego, Luna ha recibido entrenamiento básico en rescate acuático y en reconocimiento de senderos. Sabe cuándo un turista se desvía del camino y no duda en ir a buscarlo. Conoce cada curva del río, cada raíz que sobresale, cada susurro de la montaña.

“Es mi primera mascota, pero para el centro es la segunda guía que hemos tenido. La primera fue Gina, una mestiza de pastor alemán y siberiano que nos acompañó durante seis años. Luna heredó su legado y lo ha llevado más allá”, cuenta con orgullo Hellen.

Su salario: un buen maito

Luna no trabaja gratis. Al final de cada jornada recibe su merecido pago: un buen maito, su plato amazónico favorito. También disfruta del pollo, aunque su debilidad sigue siendo ese pescado envuelto en hojas de bijao que acompaña cada fiesta del paladar en la selva.

Turistas como Lourdes Palate, de Ambato, aún recuerdan con emoción su encuentro con Luna. “Viajé para desconectarme del mundo y me encontré con la mejor guía. Siempre estaba pendiente de que no me perdiera. Incluso cuando salté al río, ella se lanzó detrás de mí, como para asegurar que todo estuviera bien”, relata.

Luna se ha ganado el corazón de todos. Muchos piden que los acompañe en sus recorridos y se toman fotos con ella como si se tratara de una celebridad. Y es que, en cierto modo, lo es. Su presencia da calma, su compañía reconforta, y su instinto de protección es digno de admiración.

El alma de un paraíso en el Geoparque

La guía de cuatro patas está pendiente de cada paso de los visitantes. Su instinto protector es parte esencial de la experiencia.Yadira Illescas

El Gran Cañón de Nachiyacu es una joya natural que se esconde a tan solo diez minutos de Archidona, si se viaja desde Tena por la vía a Quito.

Dentro de la finca, un balneario selvático aguarda: una caverna con una cascada interna, un pequeño río y una poza natural que invitan a la aventura.

La caverna tiene una profundidad de 10 metros, formada por la erosión milenaria del agua. La laguna del cañón, con un diámetro aproximado de 20 metros y una profundidad de hasta 5, es alimentada por esa cascada secreta que cae como susurro sagrado desde lo más profundo de la piedra.

A lo largo del camino, los visitantes pueden descubrir petroglifos ancestrales esculpidos en la montaña, practicar deportes extremos o simplemente caminar entre la desembocadura de los ríos Jondachi y Ñachiyacu, sintiendo cómo la selva respira.

Un lugar sagrado, una guía inolvidable

Para las comunidades indígenas, la laguna del Gran Cañón es un sitio sagrado. La entrada cuesta tres dólares, que permiten su mantenimiento y conservación. Marcelo Bedoya, propietario de la finca El Paraíso, asegura que el cañón se formó por el descenso de lava del volcán Sumaco.

En medio de esa historia geológica, mística y ancestral, Luna camina junto a los turistas con bondad y apacibilidad, como si supiera que custodia un lugar único.

Con su tierna mirada, su lealtad incansable y ese corazón aventurero, Luna no solo guía por los senderos de la selva. También guía por los caminos del alma.

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