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Mis Historias Urbanas
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Mis Historias Urbanas: Susto y yapa
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8 de enero, 2017
Un día más en la vida de este panzón. Manos al volante, pies en el acelerador y cara de tedio por el solazo matador. Ve a uno que le hace el pare. "Vamos largo". La 25 de Julio es infinita cuando vas al sur. Largo puede ser el puerto marítimo, y eso es otro mundo.
El pasajero estaba nervioso. Miraba hacia atrás a cada instante. "Largo, largo", repitió. Parecía querer correr dentro del taxi. El gordo se puso mosca. "Amigo, ¿largo, para dónde?". "A La Playita". Frenó a raya. "Allá no voy". "Claro que vas". El arma apuntó debajo de la costilla derecha. Sintió agua en su entrepierna.
- Acabo de robar cinco mil dólares en efectivo y los cargo aquí mismo. Tú me quieres dejar botado para que me cojan y eso no te lo voy a permitir. Solo quiero la carrera. Ni el gordo dijo nada ni el pillo pronunció palabra alguna. El silencio es el mejor testigo de los pactos inesperados, fortuitos, escalofriantes.
Veinte minutos más tarde, un taxi amarillo se estacionaba en alguna cuadra cerca de La Playita del Guasmo. Era el primer cliente del panzón. Vio caer en la palma de la mano billete tras billete. Cinco de cien, para ser exactos. Se hizo el día, la semana, el mes... Aprendió a nunca hacerle el fuchi a una carrera, por más turbia que se pinte, por más lejana.
- Acabo de robar cinco mil dólares en efectivo y los cargo aquí mismo. Tú me quieres dejar botado para que me cojan y eso no te lo voy a permitir. Solo quiero la carrera. Ni el gordo dijo nada ni el pillo pronunció palabra alguna. El silencio es el mejor testigo de los pactos inesperados, fortuitos, escalofriantes.
Veinte minutos más tarde, un taxi amarillo se estacionaba en alguna cuadra cerca de La Playita del Guasmo. Era el primer cliente del panzón. Vio caer en la palma de la mano billete tras billete. Cinco de cien, para ser exactos. Se hizo el día, la semana, el mes... Aprendió a nunca hacerle el fuchi a una carrera, por más turbia que se pinte, por más lejana.