La inteligencia artificial (IA) ya no se queda solo en hacer los deberes, generar imágenes basadas en tus ideas o crear videos hiperrealistas con solo escribir lo que te pase por la cabeza. Hoy, también es posible tener una relación sexual imaginativa con un programa.

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En la actualidad hay todo un repertorio de sitios web dedicados a crear “relaciones realistas” y “llenas de fantasías” gracias a avanzadas inteligencias artificiales que te permiten tener novias o novios virtuales.

A estos compañeros virtuales les puedes pedir prácticamente de todo: desde que te escuchen y te den consejos amorosos, hasta fotos desnudas (creadas artificialmente) o incluso llamadas telefónicas. “Siempre serás tú quien tenga el control, a menos que decidas lo contrario”, se lee en una de las páginas que ofrece este peculiar servicio.

No obstante, esta capacidad de personalización plantea serios interrogantes éticos sobre el abuso y el impacto en la salud mental.

El urólogo y sexólogo César Merino afirma que, desde la llegada de internet, “se simplificó la parte sexual por la poca búsqueda del placer sexual”.

“Antes, para tener sexo, tenías que vestirte, salir, invertir tiempo en conocer a alguien y tratar de ‘concretar’. Con internet, esto se redujo a una simple búsqueda en línea. Y ahora, con la IA, se ha simplificado aún más: si quieres imaginar tener sexo con una mujer embarazada o discapacitada, ahora puedes hacerlo”, explica.

Según Merino, los chatbots sexuales permiten una mayor excitación y amplían las expectativas de las personas al ofrecer exactamente lo que desean. “Eso provoca una bomba de dopamina, la hormona de la felicidad, y ahí no hay problema. El problema es que el ser humano quiere más, más y más”, advierte.

Merino también alerta sobre el potencial de que estas tecnologías fomenten fantasías perturbadoras, que podrían llegar a incluir temas como la pedofilia o la necrofilia.

Por su parte, la sexóloga María Fernanda Serrano subraya que estos chatbots pueden ofrecer cierto grado de apoyo emocional e incluso compañía a personas que se sienten solas.

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Sin embargo, advierte que el uso excesivo de estas herramientas podría llevar a un mayor aislamiento, limitando las interacciones sociales y dificultando el desarrollo de habilidades sociales.

“Esta herramienta puede causar adicción y/o dependencia, afectando la capacidad de la persona de buscar conexiones humanas. El uso prolongado podría crear expectativas irreales, como ocurre con las personas adictas a la pornografía”, argumenta Serrano.

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