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Personaje
Guayaquil: Ángela Peralta es la 'psicóloga' del Mercado Este
Con ritmo, humor y fe, la mujer de 54 años inicia su ‘camello’ en su local de desayunos. Sus comensales salen empachados de ‘jama’ y de ánimo
“Vente para darte el ‘calientito’ que te veo amargado”. “Con esa cara que traes... se nota que no te han dado el ‘mañanero’; pero ojo me refiero al desayuno”, dice entre risas Ángela Peralta, la encargada de ‘tanquear’ los estómagos de los comensales del Mercado Este, ubicado en las calles Gómez Rendón y Chimborazo, centro de Guayaquil.
La mujer, de 54 años, prepara y vende bolones (el de chicharrón es el más solicitado), tortillas de maíz y de verde, muchines, empanadas de queso y de pollo, bistec de carne, huevo duro o pasado, tigrillo, queso, chicharrón y mixto.
Las alternativas para 'jamear' son numerosas y todas estas delicias son acompañadas de una taza de café pasado (75 centavos) o de aguas aromáticas.
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Angelita dice que aunque no es quinceañera, está en el puesto quince. La guayaquileña alegra los días de sus clientes con su picardía y alegría. “A veces les prendo el radio y les bailo. Aquí se van llenos de comida y de ánimo”, expresa la comerciante, quien asegura haberse criado en el centro de abastos, pues el negocio lo heredó de su madre, Lucila Martínez, de 90 ‘primaveras’.
“Yo engancho a mi gente. Les digo: Pruebe y verá que me va a traer a su novia, esposa, amante, su ‘cualquier cosa’, ‘peor es nada’, ‘amiga con derecho’, y eso pasa; regresan con ellas”, ríe la guayaquileña.
- HARTO CORAZÓN
Es que la sazón, más el humor y cariño que la doñita le pone a sus platos y atenciones hace que todos regresen. Por ejemplo, a los clientes con quienes tiene más confianza, cuando le piden sus delicias para llevar, a Angelita no le da pereza y les escribe un mensaje positivo en los recipientes desechables.
“Vamos, tú puedes con la ayuda de Dios”. “Mírate, estás sano, agradécele al Señor”. "Todo pasa por algo, pero recuerda no estás solo, cuentas con el Todopoderoso", notitas de este tipo escribe y varios de sus comensales le agradecen por subirles el ánimo.
A ratos, la comerciante se pone en su otro rol: el de psicóloga. A su puesto llegan varias personas con problemas de todo tipo y a todas escucha, les dedica tiempo. Y su ‘consulta’ es gratuita.
Hay clientes que llegan a las 06:30 y se quedan horas conversando con ella. “Había un señor, de unos 85 años, que venía vestido de militar. Su esposa lo dejaba acá a las 06:30 y lo recogía al mediodía. Él murió de cáncer, fue cantante de orquesta y militar en los EE. UU., pero era ecuatoriano”.
A su ‘nego’ le llegan varios clientes de la ‘Yoni’. “Hay una chica que come bastante, no sé cómo le entra tanta comida en ese cuerpo, porque es delgada; ella me dice que allá es caro y que el sabor es distinto, por eso acá come como si fuera el fin del mundo”.
Y no solo eso, también reza por sus ‘pacientes’, de igual forma asegura que en el listado mete a sus clientes, parientes, enemigos, ora por todo el mundo.
Pero su generosidad no se queda allí: cuando termina la jornada y le quedaron algunas de sus exquisiteces, estas las regala a quien se le cruce. Es que para ella mejor es dar que recibir, pues sabe que quien le ‘paga’ es el Creador, a quien le habla a diario.
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