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Buena Vida
Diego Mora: ¡Le sacó el alma al penco!
El creador del proyecto, Diego, dejó de lado la administración de empresas para dedicarse a extraer el ‘corazón’ de agave. ¡Una identidad de Pomasqui!
Diego Mora, un administrador de empresas y aficionado del turismo, dejó la comodidad de una oficina para instalarse en un laboratorio. Crear una bebida espirituosa, esa que sale del alma misma de la planta, se convirtió en su meta. Y lo logró.
El ‘veci’ Diego es el inventor de un miske, destilado de agave, que este año el Óscar de las bebidas espirituosas, el San Francisco World Spirits Competition, lo premió dos veces. En versión silver y el reposado fueron galardonados con el primer lugar.
Todo comenzó hace más de una década, cuando conoció a Virgilio Collaguazo, en ese entonces el último miskero de Pomasqui, en el norte de Quito.
“En ese tiempo ser miskero era considerado lo más bajo. La gente se sentía avergonzada por la actividad”, precisa.
Darle valor
Esto, hoy ha cambiado a ocho familias de la localidad. Colaboran para que Diego elabore su bebida espirituosa. El aporte de los lugareños es vital: la savia de la planta, el chaguarmishky.
“El proceso es muy diferente al que hacen al preparar el tequila o el mezcal. Allí le sacan las hojas al agave (penco) y usan la piña entera para extraer su esencia”, relata.
Aunque eso facilita el trabajo, Mora explica que no es lo ideal, porque así, la cantidad de levaduras y otras sustancias no tan puras alteran el resultado.
Es por eso que los miskeros de verdad abren un agujero en el corazón del agave para extraer su jugo.
Se trata de un proceso bastante largo, pero que emociona a Diego. “Todo es hecho a mano, por lo que de una botella a otra existen diferencias. Aun así, tratamos de homogeneizar la fórmula”, acota. Hasta la etiqueta de su bebida espirituosa es hecha con papel de agave y numerada a mano.
Otra particularidad que tiene el miske, creado por el también director del proyecto Casa Agave, es que sus índices de metanol (causante del chuchaqui, de la ceguera y de la muerte de quien lo consume) son inferiores a cualquier otra bebida: whisky, vodka, ron, tequila y mezcal.
Para hacer una relación, Diego dice que el primo del miske, el tequila, tiene más de 400 miligramos por litro, mientras que su destilado no supera el 0.9.
Paso a paso para un sabor más potente
Todo inicia cuando los miskeros llegan con el líquido en un frasco de acero inoxidable. Esa savia pasa por un proceso de pasteurización (de hervir a congelar en segundos) para eliminar todas las impurezas.
Al culminar este proceso, el resultado pasa al laboratorio, donde Diego evalúa los niveles de azúcar, el Ph y los índices de alcohol para luego colocarlo en recipientes muy grandes en los que se fermenta el chaguarmishky. “Allí se convierte en guarango”.
Finalmente, pasa al destilador, un aparato de origen árabe, bastante artesanal, en el que gota a gota cae el miske. Para la versión reposada se pone el líquido en barriles de roble. “Se deja un año, luego dos meses más en botellas de cristal con chips (pedacitos) de roble para un sabor concentrado”, refiere.
Distintivo
La etiqueta de la botella de miske también es realizada con papel de fibra de agave. Es un proceso largo en el que también participa Diego.