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Crónica
'Camella' desde la cama
Un guardia cuida carros desde una cálida cama, colocada en el portal de su residencia, en la 40 y la B. No está ‘piteado’ con ningún familiar, solo quiso ‘camellar’ cómodamente. Solo se informa con EXTRA
Una cama de dos plazas, de pino y bien tendida, permanece afuera del portal de una vivienda, ubicada en las calles 40 y la B, batallón del suburbio de Guayaquil. Junto a este mobiliario está un mueble y dos libros religiosos.
Quien pasa por este lugar cree que han ‘maleteado’ a alguien o que estos objetos pertenecieron a alguna víctima del COVID-19, pero se trata del ingenio de un guardia del sector, quien decidió desde febrero pasado trabajar cómodamente, literal, desde su casa.
Su nombre es Luis Sánchez, quien tiene 43 años y vive junto a sus hermanas en el predio antes citado. Él decidió sacar la cama de un ñaño que tenían ‘arrumada’ en su residencia y a esta la ‘viste’ según la ocasión; si hace frío le pone un edredón, si hace calor una fina sábana. La cama tiene tan buena pinta, que tienta a cualquiera a pegarse una ‘ruca’.
“Le dije a mi ñaña: ‘yo la saco’. Qué voy a estar sentado en la esquina cuidando los carros, cuando puedo hacerlo desde la casa. Me tapo de pies a cabeza y solo me dejo descubierto los ojos. Como no prendo la luz del portal, nadie se da cuenta que lo estoy observando”, dice el guardia, quien también se encarga del aseo de una Unidad de Policía Comunitaria (UPC) del sector, riega plantas, lava carros o hace los mandados de quienes se lo piden.
Aproximadamente unos 18 dólares se hace en el día. Afirma que a los vecinos les cobra una ‘lata’ la cuidada y los que no son de la zona $ 1,50. De igual manera custodia dos buses que dejan parqueado frente a su domicilio. Su campo de vigilancia comprende desde la 39 hasta la 42 y de la A a la C y su horario es de lunes a domingo, de 20:00 a 08:00.
Para resistir la jornada, a las 05:00 se come su buen guineo, tres panes y un cuarto de leche como desayuno; a las 06:30 va por su encebollado en Callejón Parra y la 38.
Fiel lector de EXTRA
Cuando se cansa de estar acostado, se sienta en un cómodo sillón y se pone a leer su EXTRA. “Esta es la única manera en la que me informo, pues no veo noticias. Todos los días separo 50 centavitos para comprar un ejemplar a las 05:00 y lo guardo cuando no alcanzo a terminar el EXTRAgrama. Me lo leo todo, hasta los clasificados”, sostiene Luchito, el guachimán de la linda vida...
Guardián de los sueños
Rocío Quimí y Angy Quinto son amigas de su barrio. A ellas le pidieron que desocuparan la pieza en la que vivían, tenían dos meses de mora. Luis se conmovió y les donó su cama para que pudieran descansar. “Es muy buena persona, nos dio chance dos días, pues no teníamos dónde quedarnos, pero gracias a Dios ya conseguimos un lugar para vivir. La cama es bien cálida, confortable y limpia. Y si llueve le pone un protector, un pedazo de plástico ”, relata Quimí, agradecida.