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Buena Vida
Andrea Barrionuevo: La fotógrafa urbana que capta el drama callejero
A través de sus proyectos ‘Quito Calle’, ‘Las caseritas’ y ‘Todos estamos rotos’, la artista capitalina ha logrado exhibir lo que otros ignoran
Las frías calles quiteñas son para Andrea Barrionuevo una enorme fuente de inspiración; y sus paredes, el lienzo donde plasma su arte urbano a través de plantillas y calcomanías sacadas de su proyecto ‘Quito Calle’.
A partir de esta idea perenniza con su inseparable cámara situaciones humanas y dramáticas que otros ignoran o simplemente no observan. La obra de esta artista de la fotografía, de 32 años, está enfocada en personajes pintorescos de la capital como las caseritas (mujeres vendedoras), también en los mendigos, borrachitos, gente sin hogar, animales callejeros y todas las situaciones que ocurren en el Centro Histórico y sus alrededores. Su trabajo lleno de color ha sido expuesto en cuatro ocasiones.
Toda esta experiencia de captar el alma de quienes retrata nació en las coberturas periodísticas durante el tiempo que laboró en un diario como reportera gráfica. En ese medio logró experiencia y pulió su técnica, de la que se siente orgullosa.
Entre huelgas, mítines, fotorreportajes, ruedas de prensa, Andrea empezó a documentar las calles de Quito como algo personal. Esas fotos las archivó y tiempo después le sirvieron para armar su proyecto, que ha recibido buena acogida.
Cansada de cubrir sucesos y temas de crónica roja, que le parecían horribles y riesgosos, decidió renunciar al medio de comunicación donde laboró cerca de cinco años. Relata que una vez cubriendo el asesinato de un sacapintas, se enfrentó a una escena fuerte al ser perseguida junto al conductor por varias personas.
Confiesa que de haber sido por ella, jamás habría ido al sitio. Otro motivo que empujó su salida fue el hecho de sentirse estancada, de hacer lo mismo todos los días. Por eso “decidí volar”, confiesa.
Al año de su salida, abrió su cuenta en Instagram, a la que llamó ‘Quito Calle’, donde exponía su mundo a través de la cotidianidad capitalina. Jamás pensó que crecería tanto y que la gente se interesaría por su serie ‘Las caseritas’.
Aparte de este proyecto humano que ya tiene siete años, el cual abarca desde personas viviendo o trabajando en la calle hasta paisajes, la artista urbana cuenta con otro llamado ‘Todos estamos rotos’.
“‘Todos estamos rotos’ nació como una frase que rayé en una pared durante la cuarentena. Pasaba por depresión debido a la pandemia de COVID. En algún punto de la vida todos nos rompemos o nos rompen. Se incluye como parte de un serie de fotos al ver gente vulnerable, sin hogar, adictos, en definitiva gente rota”, explica Barrionuevo, quien creció en el sector de Santa Bárbara de Chillogallo, sur de Quito.
Su primera cámara
Fue su padre quien despertó su curiosidad y amor por la fotografía, cuando a los ocho años le regaló una cámara de rollos, marca Kónica, que aún conserva.
Con ella comenzó a documentar objetos, personas, reuniones familiares, cumpleaños, paseos del colegio.
“Tenía esa pasión de hacer fotos. Más que un juguete, fue como que me dio una luz para saber a qué me iba a dedicar”, reflexiona Andrea, quien abrió un estudio, donde realiza sesiones fotográficas. Su primer trabajo remunerado fue con una amiga y sus hijas en un parque.
Cuando terminó el colegio voló a Estados Unidos donde trabajó un año. Con ese dinero se compró su primera cámara profesional. De regreso al país estudió fotografía.
Arte callejero
El ‘street art’ o arte callejero comenzó al inicio de la pandemia. Su trabajo estaba en las calles y cuando el país fue obligado a entrar en cuarentena, la artista no tuvo la oportunidad de salir. Entonces tomó su banco fotográfico y decidió hacer un collage de las imágenes.
De ahí nacieron los adhesivos y plantillas. “Salí a pegar estos procesos en los barrios para mostrar la realidad de la visión de las calles de Quito y llevarles el mensaje a través del arte urbano”, recalca la fotógrafa.
Sus stickers y afiches no duran mucho, pues siempre los retiran, algo de lo que está consciente. Admite que el arte urbano es efímero, “puede durar un día, como años, pero durante el tiempo que logre mantenerse, lo importante es que la gente logre verlo”, sostiene.
Tatuajes
Su gusto por lo visual también lo trasladó a su cuerpo, que está cubierto con una variedad de tatuajes, cuyo número dice no saber, aunque sí sabe que tendrá nuevos.
“Siempre me preguntan el número, pero no lo sé. Tengo la manga derecha y voy a cerrar la manga izquierda. Comencé en la pierna derecha, todo el muslo y pantorrilla”.
¿Qué significado tienen?
Es un asunto personal, es un compromiso grande, lo hice cuando sucedió algo muy fuerte. El primero me lo hice a los 22 años. Creo que es algo así como adicción visual. Cuando me hice el primero, fue uno pequeño en el brazo derecho, pero lo sentí como vacío.
No me gustan las cosas a medias. Por contar un poco mi historia, lo uso como terapia. Es súperdoloroso, pero disfruto ver la obra que llevo en la piel. Eso es lo que me envicia. El dolor es algo fuerte y lo uso como terapia cuando me siento triste y luego viene como una renovación.
¿Te han visto mal por llevarlos?
Full veces. Todavía existe acá curuchupismo y siempre hay alguien que te mira raro. A veces hay personas invasivas. Por suerte, mis padres siempre me han apoyado.
- Más de ella...
* Llegó a tener 23 perforaciones y ahora tiene las dos orejas expandidas.
* Está produciendo su libro ‘Quito Calle’, que saldrá en marzo próximo.
* Ha trabajado modelando ropa y ha salido en videos musicales. Usa su imagen para promocionar otros trabajos, como fotografía artística para amigos.
* Este año hizo cuatro exposiciones de sus proyectos ‘Las caseritas’ y ‘Todos estamos rotos’. Una fue en el MAAC en Guayaquil a la considera uno de sus logros.
* Su primera exposición fue en la Asociación Humboldt.