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Adicciones: ¿La cuarentena te ayudó a dejar las malas mañas? Qué hacer para no recaer
El encierro permitió en gran manera que algunas personas abandonen sus vicios habituales. Expertos declaran a EXTRA cuál es el siguiente paso para no volver a caer en estas 'tentaciones'
Para algunos expertos, la respuesta es sí; pero otros opinan que no. La razón por la que hay criterios diversos es por el comportamiento variante de los consumidores.
Así lo analiza el psicólogo clínico Daniel Palomeque, experto en materia psicosocial y conductual, quien destaca que sí ha habido una disminución de algunas adicciones debido al confinamiento por la pandemia del COVID-19.
Sin embargo, a criterio del entendido, con el avance de la crisis, el aislamiento prolongado, la incertidumbre económica y los temores por el coronavirus casi inevitablemente han acentuado ciertos problemas de salud mental como la depresión, ansiedad, insomnio y el abuso de sustancias psicotrópicas.
Pero asegura que la cuarentena logró, en cierta medida, bajar los niveles de consumo de estas sustancias.
Por otro lado, la doctora María Alejandra Alvarado, del Ministerio de Salud Pública, menciona que "el confinamiento acrecentó el consumo de alcohol", causado por el mismo encierro.
"Los adictos a cualquier droga ilegal o permitida se sienten y se sentirán ansiosos; primero por el encierro y segundo por la ansiedad. Es más, los consumidores buscan de cualquier modo 'matar' el estrés del confinamiento 'ahogando' las penas en el trago", comenta a EXTRA.
EL CONSUMO DE ALCOHOL
Lo cierto es que en cuestiones de uso abusivo de alcohol, el confinamiento también ha tenido ese lado positivo, y no solo para aquellas personas que están en proceso de desintoxicación de su etilismo.
Y es que uno de los mayores problemas de nuestra sociedad, dice Palomeque, reside en el fenómeno del alcoholismo de fin de semana. "Es una forma interrumpida de consumo de bebidas, pero que implica grandes atracones", dice.
La base de este ritual ligado al ocio nocturno se encuentra en la asociación de alcohol y vida social. Es decir, el consumo de alcohol se realiza fuera de casa y en compañía de otros.
Por eso, apunta el experto, que la cuarentena ha sido de ayuda para los jóvenes, que tienen alguna adicción, corten con este hábito: al no poder reunirse con sus colegas y acudir a bares a consumir alcohol. "La práctica disminuye", agrega.
No obstante, la psicóloga Eugenia Tabárez, catedrática de la Univesidad de Milagro, indica a EXTRA que tal vez algunos lo pasen mal al principio y sientan compulsión por beber.
"Pero al cabo de unas semanas se habrán demostrado a sí mismos que no necesitan mantener esa costumbre. Con lo que esta tendencia tan problemática ha cesado de momento", asegura.
"Gracias al distanciamiento social y la reclusión por coronavirus tenemos la oportunidad de erradicar hábitos perjudiciales. Y darnos cuenta de lo bien que nos podemos sentir sin ellos", acota.
Mientras tanto, según las estadísticas que maneja la OMS, en las últimas semanas de confinamiento la compra de cervezas se ha incrementado en un 77 %. Mientras la venta de vino aumentó un 62,70 % y la de bebidas destiladas un 36,58 %. Así, la bebida sustituye al papel higiénico como obsesión ciudadana y artículo indispensable en su cesta de la compra.
En ese sentido, Tabárez ha observado un consumo de forma habitual o abusiva de bebidas etílicas y estas pueden causar más estragos que soluciones. "Su principal riesgo, además de generar una dependencia muy nociva, estriba en que el alcohol intensifica la ansiedad y la depresión", sostiene
Para la entendida, el impacto emocional del confinamiento por coronavirus y el consumo de alcohol como modo de sobrellevarlo resulta contraproducente.
¿La razón? Es conocida la creencia social de que la bebida alcohólica provoca sensación de relajamiento y placer. Sin embargo, la gente olvida que, en realidad, se trata de una sustancia psicoactiva depresora del sistema nervioso, advierte Tabárez. "Es decir, es una droga", sintetiza.
Por tanto, aunque sus efectos inmediatos puedan resultar placenteros, tras su consumo se agravan los síntomas depresivos y ansiosos, entre otros. "Por eso puede decir que el confinamiento pudo aumentar el consumo de alcohol en vez de frenarlo", asienta.
CONSUMO DE TABACO
Según Tabárez -citando estadísticas de la Organización Mundial de la Salud-, la tendencia del consumo de tabaco está bajando, pasando del 13% de la población consumidora en 2009, a un 7% u 8% en población mayor a 18 años para el 2018 y 9% aproximadamente en población joven.
No obstante, hay que saber que según la OMS el tabaquismo es responsable de la muerte de más de ocho millones de personas cada año.
Además, el médico general Marco Barros coincide en que esta cifra tiende a incrementar por los nuevos sistemas electrónicos para fumar, pero también por las sensaciones que genera la pandemia en las personas.
Al respecto, explicó que si bien el confinamiento genera aislamiento social para tratar de contener la epidemia, esta circunstancia a su vez genera "distrés mental", en otras palabras, un estrés desagradable que produce "cargas con efectos en el cuerpo y que aparece como respuesta a una amenaza".
Esto, según Barros, “contribuye a que las personas dentro del encierro se aíslen y para alguien que ha sido consumidor o tiene expectativas de consumir tabaco se abre un escenario en el que aparece un incremento de la necesidad de consumo y muchos van a volver a consumir o a empezar a hacerlo”.
A esto se le suma otro agravante: “la mayor prevalencia de consumo de tabaco está en los grupos socioeconómicos menos favorecidos, lo que supone quiénes pueden ser los más afectados”, advirtió.
Así, Barros pronostica que habrá más fumadores cuando termine la cuarentena, pues “uno debería pensar que las personas al estar reunidas en la casa tienden a consumir menos sustancias y pasa todo lo contrario”, indica.
ENTONCES, ¿CUÁL ES EL SIGUIENTE PASO?
Primero que todo, hay que entender lo que es una posible recaída. Para Palomeque una recaída se define como un regreso a los patrones de comportamiento y pensamiento típicos de la adicción activa, que ya se habían superado y que conllevan a volver al uso de la sustancia.
"Las recaídas pueden formar parte del proceso de recuperación no teniendo que suponer obligatoriamente un fracaso en el tratamiento, sino un aprendizaje, para que la persona tome conciencia de que hay algo que no está haciendo bien", explica el experto.
El abandonar una adicción, dice, implica cambiar comportamientos profundamente arraigados por lo que muchas veces, resulta fácil volver a ellos.