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Voces de Guayaquil: ‘Delivery’ de mariscos, el negocio de Kléber Holguín
Con aletas o cascarudos, con escamas o sin piel y fileteado o en pedazos, él les da a los clientes lo que pidan. Kléber, vendedor de mariscos a domicilio, recorre el suburbio en bicicleta para vender pescados y camarones
Guayaco que no come encebollado no es guayaco, esto retumba como ‘leyenda urbana’ en todas las esquinas de la ciudad y eso lo certifica Kléber Holguín, de 54 años, y su vasta experiencia en la venta de albacora fresquita y bonita. “Uno sabe que el pescado está bueno porque por dentro está rojito”, dice de entrada.
Es considerado como el ‘duro’ de los mariscos de la zona de la 38, en el suroeste de Guayaquil, desde hace más de tres décadas.
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En las primeras horas de la mañana su compañía son los escamosos y cascarudos, ya que recorre unas 20 cuadras con una gaveta atada a su bicicleta, con el producto estrella de la costa ecuatoriana, ofreciendo pescados y camarones de calidad (albacora, picudo, dorado, corvina, bagre y camarones que parecen langostinos).
Su jornada empieza a las 03:30 con una visita al Mercado Caraguay, en el sur, y finaliza con dos baños ‘con todos los juguetes’ para que el particular olor se aleje de él.
El ‘amo y señor de los mares’ cuenta que se inició en esta labor cargando una canasta plástica en sus hombros, pero notó que el peso no favorecía para su salud. Ahora se las ingenia para llevarla en la parte trasera de su ‘nave’ y, aparte, dos baldes colgando de cada lado del timón.
Y aunque las delicias del mar parecen haber escaseado por el fenómeno de El Niño, siempre mantiene abastecidos a los hogares.
LO CONOCEN
De lejos lo escuchan a Kléber llegando con su mercancía. No hay cómo confundirse, ya que tiene un silbido especial que permite que lo reconozcan. Lo mezcla con ciertas palabras en las que menciona cuál es la pesca del día.
“¡Ahí viene el pescador!”, comenta que gritan en las casas cuando realiza su recorrido. “Ya son clientes que saben como hablo”. Él modula su voz de tal forma que adopta un tono especial y este se asemeja a un altoparlante. No obstante, su timbre al hablar no es el mismo que el que usa cuando sale a ‘camellar’.
MARAVILLAS CON EL CUCHILLO
Cuando se acerca a vender a los hogares, algunos de sus clientes le piden que hasta le saque la piel al pescado. Es decir, lo entrega ‘limpiecito’, como para embadurnarlo de harina y directito a la sartén.
Realiza ese trabajito ‘extra’ gracias a un pedazo de madera que usa como tabla de picar, que va sujeto con las piolas que atan la gaveta y una especie de machete que ubica en su canasta plástica.
Comenta que el más apetecido de todos sus ‘consentidos’ es el picudo, que es de carne blanca, menciona también que ha bajado su precio en comparación al 2022. “Estaba en 7 y 8 dólares la libra, ahora está en 5”.
Entre las cosas ‘lámpara’ de sus días están los ‘vecis’ que lo llaman mientras vocea por la calle y le fían casi sin avisarle. “Me dicen: ‘deme tres libras’, se las alisto y ya entregándoles la funda con el pescado me responden: ‘ay, pero venga el sábado’ para pagarle”, manifiesta entre risas.
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