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¡Victoria, la niña que enfrenta el cáncer con sus muñecas!
A los 8 años le descubrieron leucemia y empezó su viacrucis en los hospitales. Media vida se ha llevado luchando contra la leucemia.
Era flaquita. “Flaquitita”, dice con énfasis Lennys Zambrano, de 40 años y madre de Victoria, de 16 y más conocida como La niña de las muñecas. Con más de media vida haciéndole frente a la leucemia y sacando fuerzas de coraje, la hoy adolescente no se rinde. Dejarse vencer, ni en broma.
A sus 8 años, unos fuertes dolores en sus piernas le cortaron de raíz los juegos. Comenzó entonces su viacrucis por los hospitales, entre El Carmen, su tierra natal en Manabí, y Santo Domingo.
Exámenes, revisiones, consultas y muchos gastos, y no le descubrían nada. Ni siquiera anemia tenía, pese a lo delgada que era. Pero algo pasaba y por eso Lennys, su madre y compañera de viaje en esta lucha, exigió que le den el pase a un hospital de primer nivel, en Guayaquil o en Quito. Y lo consiguió: en el Roberto Gilbert, del puerto principal, le consiguieron una cama.
“Allí, apenas llegamos, le hicieron pruebas y pidieron permiso para hacerle un examen a la médula espinal. Fue entonces cuando le descubrieron la leucemia”, recuerda con nostalgia Lennys.
De ahí en adelante, la vida les cambió a madre e hija.
Comenzó el calvario
Corría el 2014 y un lunes 1 de diciembre, Victoria ingresaba al hospital de Solca. “Pasamos allí Navidad y fin de año, y fue dada de alta justo el día de su cumpleaños, el 5 de enero”, cuenta Lennys al recordar el inicio de esta lucha.
Desde entonces y durante un año completo, los días de Victoria y Lennys eran salir desde su casa en el barrio La Colmena, en El Carmen, subirse a un bus interprovincial y viajar hasta Guayaquil, cada 15 días. La niña se internaba en Solca una semana y entonces retornaban a su tierra.
Luego, la frecuencia de esos traslados se redujeron: cada mes debían llegar al hospital, estar 3 días y después se iban.
Todos esos viajes, las estadías y alimentación en Guayaquil y los gastos médicos acabaron con su economía. Y cuando ya no había dinero y parecía que se caía el sueño del tratamiento adecuado, de la propia Victoria surgió una idea que, hasta el día de hoy, les ha servido para ayudarse: confeccionar y vender muñecas. Muñecos, en general, para ser más precisos.
“Mami, ¿y qué tal si vestimos a las Barbie y las vendemos? Las ponemos como si fueran a una fiesta con esos vestidos bonitos... a ver si tenemos algo de plata”, propuso Victoria. Allí nació, entonces, La niña de las muñecas.
Y pudo más la necesidad que sus sueños infantiles, así que decidió empezar con aquellas con las que jugaba. Su mamá, la ‘dura de la costura’, le hizo unos vestidos y ella ayudaba.
“Una señora que conocimos en Guayaquil nos ayudó a subir las fotos y a promocionar en redes sociales. ‘Es algo que ustedes están vendiendo, no pidiendo que les regalen’, nos dijo. Y empezamos con esto”, relata Lennys, al tiempo que en su mente resuenan, con una mezcla de tristeza y alegría, las palabras de su hija: “Con mis dolores y todo, pero no me voy a morir, mami”.
La pausa es necesaria en ese momento. Lennys y Victoria han sido una sola en esta lucha contra la enfermedad. “Uno tiene que sacar fuerzas, aunque por dentro se esté muriendo... pero debo mostrarme fuerte para mi hija. Me siento súper que orgullosa de ella”, sentencia la mujer.