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¡Transexual que participó en reinado en Esmeraldas podría recibir hasta 1.500 latigazos!
Si regresa a su pueblo, la comunidad Naranjal de los Chachis, en Quinindé, la esperan azotes en la nalga, con cabos de nailon, en público.
Carlos Merchor salió del clóset a los 16 años, después de que su mejor amigo le quitara la 'virginidad' un día mientras paseaban por el campo. Desde ese momento decidió llamarse Karla y empezar a vestirse como mujer. Quería darle un giro radical a su vida. Dejó su natal Quinindé, en Esmeraldas. Quería liberarse y gritarle al mundo que era gay.
La experiencia sexual con su mejor amigo le abrió los ojos y ratificó su gusto por otros hombres, el cual lo había mantenido reprimido desde que era niño. Su 'pana' se convirtió después en su pareja, pero la relación apenas duró cuatro meses porque él la engañó con una mujer, a quien dejó embarazada.
Para cumplir su sueño de ser mujer, Karla tuvo que abandonar su casa y salir de su comunidad Naranjal de los Chachis, uno de los seis asentamientos que ocupa este grupo étnico indígena en la zona del río Canandé, en Quinindé, Esmeraldas. Ahora está radicada en Cayambe (Pichincha), donde estudia belleza y dentro de tres meses se convertirá en estilista y maquilladora profesional.
Karla es la última de tres hermanos. Sus papás no están de acuerdo con sus preferencias sexuales y le han pedido que no los visite.
Además, si regresa a la comunidad, podría correr el riesgo de recibir entre 50 y 1.500 latigazos en la nalga, con cabos de nailon y en público, como dicta la denominada Ley Tradicional, un conjunto de normas cuya función es determinar el comportamiento de los individuos en los órdenes ético y moral.
Y no es todo. Si como ser latigueada fuera poco, Karla también podría pasar, a más del escarnio público, por el cepo. Este es un castigo en el que se utilizan dos tablones de guayacán, a cada uno se le hace un hueco y allí se coloca uno de los pies de la persona juzgada, la cual queda inmovilizada el tiempo que la comunidad decida; esto puede ir de una hasta 48 o 72 horas.
Los castigos, dirimidos en asambleas populares, se aplican a quienes cometen actos que los chachis, en su rígida ética, consideran atentatorios a la moralidad y honradez. Además de la homosexualidad, son consideradas faltas graves, sujetas a castigo: las relaciones sexuales al margen del matrimonio, la infidelidad conyugal, los robos significativos y las violaciones. Por todo esto, Karla, de 24 años, no ha vuelto a su comunidad desde hace dos años.
José Trujillo Cimarrón, gobernador de las comunidades Chachis asentadas a la orilla del río Canandé, conoce a Karla desde que se llamaba Carlos. Asegura que la comunidad sabe de su inclinación sexual y refiere que “Dios nos hizo hombre y mujer, y tener relaciones entre personas del mismo sexo es condenado por las leyes de Dios y las leyes chachis”.
Él no sabía que Karla se vestía como mujer, se enteró cuando vio en redes sociales sus fotos y videos en el reinado. Para hacer eso, dice, debió pedir permiso a la comunidad. Agrega que la comunidad ve este tipo de prácticas como una ofensa a sus tradiciones. “Él debió mantener sus preferencias en secreto, pero no salir públicamente como una reina; nos duele, porque es una ofensa grave y muy fuerte para la nacionalidad Chachi”, enfatiza Trujillo.
Pero Karla, quien ocupó el tercer lugar y recibió la cinta de Miss Confraternidad Gay 2022 en el certamen Reina de la Diversidad Sexual, organizado por el Municipio de Quinindé, está segura de hasta dónde quiere llegar. “Quiero ser famosa y dejar en alto el nombre de la comunidad chachi, que no me juzguen porque soy gay, sino por mi talento”, resalta Karla, quien para cumplir su sueño de ser estilista profesional trabaja en una florícola cortando rosas.