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Drama
¡De terror! Un perro muerde el rostro de niña en un populoso barrio de Guayaquil
Una escena de pavor vivió una familia de la cooperativa Balerio Estacio. La niña de un año y 10 meses fue atacada por un can y causa conmoción
Lo que empezó como una amena reunión familiar terminó en una escena de terror. Así lo afirma Carlos Varas, de 28 años, padre de la pequeña Keysha, de un año diez meses de edad, quien el 25 de septiembre pasado fue mordida por un perro en el lado izquierdo de su rostro.
Eran las 19:00, y en un descuido la infante salió hasta el garaje sin cerramiento de la casa, ubicada en la cooperativa Balerio Estacio, noroeste de Guayaquil.
Allí estaba un can (mezcla de pastor alemán y rottweiler), con el cual quiso jugar, pero este le clavó algunos colmillos en el entrecejo, le rasgó el párpado izquierdo y otros colmillos se incrustaron a la altura de la sien izquierda.
La profundidad de la herida es más o menos de dos centímetros y su longitud es de unos cinco centímetros.
“Si la niña no gritaba no nos dábamos cuenta, no olvidamos su grito desgarrador. El primo de mi esposa metió su mano en el hocico para que suelte a mi hija, quien estaba en un baño de sangre”, relata.
Varas le hizo un torniquete y la llevó en su moto al hospital. Sostiene que Dios envió a ángeles, pues en el camino se topó con una ambulancia, que trasladó a su pequeña hasta el hospital Francisco de Icaza Bustamante, en el sur.
“En ese momento no tenían ni aguja para coserla y nos tocó comprar unas ampollas. Tuvimos que pedir ayuda a conocidos porque no contamos con dinero, yo reparo celulares y mi esposa trabaja eventualmente en un bar”, señala.
Hasta el momento se le han realizado dos microcirugías y hay que esperar que se le reduzca la hinchazón del rostro para ver si requiere o no de otra intervención quirúrgica.
Secuelas psicológicas
“Desde el ataque, Keysha ha quedado muy nerviosa, no quiere que nadie se le acerque, solo nosotros, sus padres, podemos hacerlo. En las noches se levanta llorando, se soba su cara y dice: “Guau, guau”. Trata de decir que el perro le mordió y le duele”, indica Varas.
En las dos operaciones, los padres entraron al quirófano, pues la niña empieza a llorar y patear cuando alguien la toca. “Para realizarle la sutura, entre cinco personas tuvimos que agarrarla, fue como una pelea”, rememora el joven, quien también ve afectada a su esposa, Angélica Cabezas, de 25 años.
“La noto un poco trastornada con esta situación, llega a la casa y mi mamá me dice que la escucha llorar”, revela Varas, quien apela a la sensibilidad ciudadana, pues la niña requiere de pañales, leche, medicamentos y cremas.
Asimismo, le preocupan las emociones de su esposa, por eso quisiera que algún profesional de la salud mental les ayude a pasar el trauma.
Varas tiene mucha fe en la recuperación de Keysha y espera que las heridas físicas sanen así como las psicológicas.
Todos requieren de ayuda psicológica
Lo que vivió la familia fue un evento traumático, asevera la psicóloga clínica Jéssica Rodríguez, quien recomienda apoyo psicológico a los padres y terapia de estimulación temprana y de lenguaje para su hija.
Cuando los niños menores de 5 años experimentan situaciones como la que ella pasó, es casi seguro que puedan tener afectaciones en las áreas cognitivas en el futuro, es decir, retraso en su lenguaje y motricidad.
“Por ejemplo, ella caminaba y demostraba su autonomía; es probable que ahora no quiera hacerlo mucho y pedirá que la cojan en brazos; se va a asustar fácilmente de los ruidos y cualquier situación que se asemeje a lo vivido va a ser difícil para ella. Es como si fuera a retroceder un poco en su neurodesarrollo y la estimulación temprana va a ayudarle”, finaliza Rodríguez.