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¡Temen que esté secuestrada!
Una mujer salió de su casa en Alóag (Mejía) y no se sabe de su paradero. Un hermano recibió un mensaje en el que le pedían plata para liberarla.
Sin que nadie la viera, María Cola dejó la casa de sus papás, en Alóag, parroquia del cantón Mejía, al sur de Quito. Su hermano Héctor dice que posiblemente lo hizo en la noche.
Ocurrió el 1 de septiembre y hasta ahora no hay noticias de la mujer, de 38 años. La única pista que tienen los familiares son unos mensajes de texto que recibió Héctor un día después.
El pariente cuenta que un hombre lo contactó a su número de celular y le reveló que había encontrado a su hermana y que la había ayudado, pero que temía entregarla porque tendría problemas con la Policía. “Yo le dije que la dejara en algún sitio para ir a recogerla y él se negó”, señala.
Ese sujeto le contó que estaba bien y que la tenían en una casa, rodeada por una pradera. Luego vino el chantaje porque pidió que le depositara 200 dólares a un número de cuenta que le envió para entregarla.
Después se cortó todo contacto con aquella persona. Héctor está preocupado porque no sabe si su hermana está secuestrada. “Es una situación con la que no se debe jugar. ¿Cómo nos pueden pedir dinero si no lo tenemos?”, reprocha.
Está enferma
Héctor y su familia pusieron la denuncia en la Policía por la desaparición de María. Les dieron a conocer sobre aquellos mensajes extraños. También publicaron su fotografía en las redes sociales para obtener alguna información sobre su paradero. Nada ha resultado.
Pero ese no es el único problema por el que están angustiados. María está bastante enferma. Su salud se deterioró después de dar a luz a su único hijo hace tres meses.
Héctor explica que ella sufrió bastante durante el parto. La llevaron a un hospital y pidieron que le hicieran una cesárea, pero no se permitió. Aparentemente la vida de madre e hijo corría peligro. Además, para hacerle exámenes le sacaron sangre reiteradamente así como otros chequeos que la traumatizaron.
Tras el parto, estuvo hospitalizada siete días. Luego la llevaron donde sus padres. Ahí se dieron cuenta de que no podía caminar normalmente y mucho menos cargar a su hijo. “Sus piernas y sus brazos quedaron débiles”.
Ante eso, los suegros se hicieron cargo del cuidado del bebé hasta que la madre se recuperara completamente. Pero todo empeoró.
Al parecer, María sufrió cuadros depresivos durante el reposo médico. Héctor asegura que su ñaña divagaba. Incluso un día le advirtió que “cogería el camino y se iría”.
La búsqueda
Los parientes de María no se han quedado quietos. Aparte de las investigaciones policiales, ellos se han organizado para buscarla por su cuenta. Caminaron por los alrededores de la vivienda donde ella estaba. Fueron a Machachi, Tambillo e incluso a Quito. Y nada.
A estas labores se han unido hasta los vecinos. Una de ellas es Elsa Caiza, quien se enteró del caso en las redes sociales. “Salimos cuando podemos. Recorremos grandes tramos, pero todo ha sido inútil”, comenta.
Ambas conversaban cuando se veían antes de la emergencia sanitaria. María era atenta, pero con la pandemia las vecinas ya no se saludaban con frecuencia.
La angustia crece cada día. “Hemos llorado tanto que ya ni tenemos lágrimas para seguir haciéndolo”, dice Héctor, parado en la puerta de la casa de sus papás.