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Por las mañanas las personas acuden a estos puestos distribuidos en el sur de Quito, para comprar la leche de burra.ANGELO CHAMBA

Quito: La leche de burra milagrosa se bebe todas las mañanas en la avenida Mariscal Sucre

Este producto se comercializa a lo largo de la avenida Mariscal Sucre. Sus dueños bajan desde un sector en lo alto de una montaña

A una le puso Blanca y a las otras dos las bautizó con un mismo nombre: Peluche. Estas son las tres burras que a Mayda Villagrán, de 45 años, le permiten sostener la economía de su núcleo familiar, conformado por siete personas. Ella vende la leche de sus animales desde hace 24 años, en el sector La Magdalena, en el sur de Quito. Pero no es la única en la zona.

A lo largo de la avenida Mariscal Sucre hay siete puestos, con alrededor de quince de estos animales hembras, donde se comercia el producto entre las 06:00 y 09:00 de cada día. Estos negocios, que se han vuelto parte del paisaje, ofrecen la leche de burra en dos presentaciones: pequeñas copas (que cuestan un dólar) y vasos (cuyo precio es dos dólares).

La mayoría de los dueños son personas humildes que provienen de un mismo barrio: La Dolorosa, en Chilibulo Alto. Este sitio se encuentra en la parte más elevada de una montaña del sur capitalino. Por ese motivo, los vendedores están obligados a madrugar a diario, no solo porque ellos se deben preparar, sino también a sus animales.

Los clientes compran la leche de burra en copas o vasos.ANGELO CHAMBA

“Cuando nos despertamos, calentamos el agüita, le lavamos las tetitas a las burras, para que la leche salga limpiecita, y de ahí bajamos por el trayecto que tenemos para ir a los puestos”, detalla Mayda Villagrán.

Para estas actividades, los comerciantes se despiertan a las 04:00 y a las 05:00 empieza su caminata, pues les toma una hora llegar a sus lugares de trabajo. Para regresar a sus casas, en cambio, necesitan el doble del tiempo, porque el viaje es en subida.

¿Qué atrae a la clientela?

El principal motivo son las propiedades ‘milagrosas’ que le atribuyen a la leche de burra (ver infografía), como aliviar problemas relacionados con el sistema respiratorio o para aumentar las defensas.

Pedro Quispe, un tendero del sector, cuenta que cada semana se ‘pega’ una copa de este producto. Según el negociante, es suficiente para mantenerse bien de salud.

“La leche le sirve mucho cuando usted tiene la tos, tiene la neumonía, la bronquitis, el asma, la gripe, los resfriados, para la anemia... También cuando tiene las defensas bajas y para muchas enfermedades más. Esta lechecita le protege y le cuida bastante los pulmones”, sostiene Villagrán.

Cada mañana, desde lo alto de una montaña, llegan las personas que venden la leche de burra.ANGELO CHAMBA

De la ubre al paladar

Para despachar el producto, los comerciantes agarran la copa o vaso que darán al cliente y directamente lo ponen debajo de la ‘tetita’ de la burra para llenarlo directamente, sin filtros, para que de esa forma, cuando la leche aún está caliente, sea bebida por los consumidores.

Si aún no ha probado este producto y pasa en las mañanas por la avenida Mariscal Sucre, en el sur capitalino, no dude en degustar este espumoso ‘oro blanco’, con un sabor único, pero que no se aleja mucho del que tiene la leche de vaca.