Exclusivo
Actualidad
Trabajo sexual: opiniones divididas entre el placer y el delito
Algunos dicen que las sexoservidoras ayudan al crecimiento de la zona. Otros afirman que alrededor de ellas hay robos y venta de droga.
Las trabajadoras sexuales paralizaron el Centro Histórico de Quito, la mañana de ayer, con una marcha que realizaron para celebrar su Día Internacional. Más de 200 sexoservidoras levantaron carteles con consignas que decían: “No pueden desalojar nuestra historia”. Ellas también pedían no ser reubicadas de sus espacios.
Ante esto, algunos moradores y dueños de negocios que permanecen en la calle Guayaquil mostraron su apoyo para la reubicación, mientras que otros defendieron el oficio de las trabajadoras sexuales.
Patricio Albán es comerciante de celulares y repara equipos electrónicos. Comentó que “aunque parezca extraño, las chicas ayudan al sector económicamente”. Según el negociante, los clientes que traen las mujeres se quedan en el sector adquiriendo productos y mueven el comercio. “Ellas también son clientes fijas de mi local”.
Sin embargo, Leti Vélez, quien administra un negocio de artículos musicales en la calle Manabí, detalló que el trabajo sexual trae consigo delitos anexos como el robo y el expendio de estupefacientes. Añadió que por varias ocasiones ha tenido que sacar a los acompañantes de las sexoservidoras, quienes suelen ‘bajarse’ los productos del local.
Vélez enfatizó que si las mujeres son llevadas a otro lugar, este debe tener condiciones para que ellas puedan generar ingresos como lo hacían en las plazas del centro.
Moradores del sector, como Miguel Cahuasquí, señalaron que es necesaria la reubicación de las sexoservidoras, pese a que reconoció que fueron ‘parte de la fachada’ del Centro Histórico por décadas.
Afirmó que en otras capitales del mundo tienen una zona rosa en la cual destinan espacios para este tipo de servicio. El vecino añadió que se debe mostrar una buena imagen a los turistas. “Además, hay niños que salen de sus escuelas y tienen que ver unas figuras despampanantes”.
Nelly Hernández, representante de la asociación Unidas por Nuestros Derechos, enfatizó que las autoridades solo miran por las grandes franquicias que están en el centro. Según ella, los pequeños negocios y restaurantes se benefician con los usuarios que ellas llevan. “Las marcas grandes son quienes tienen vergüenza de que caminemos por sus aceras”.
Fernando Sánchez, secretario de Inclusión del Municipio, señaló que continúan en mesas de diálogo con las cuatro asociaciones de trabajadoras sexuales, el Buró del Centro Histórico y dueños de establecimientos comerciales para llegar a la firma de un acuerdo de convivencia.