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Sangolquí: la caserita que es considerada la abuelita de todos
Desde hace más de 30 años María Zuquillo vende chochos con tostado y papas fritas. Un plato que surgió como un regalo para su primera nieta
¡Buenos días, abuelita!, es el saludo de todos los que se acercan a la caseta de María Zuquillo. Ella es una de las mujeres más conocidas del cantón Rumiñahui, todo por un plato preparado con chochos.
Con 70 años de edad, la mujer salta como un resorte de su banco en cuanto llegan sus clientes. Toma una funda transparente y coloca papas fritas, cebolla y tomate picado, chochos y tostado y ¡listo!
Este plato, que cuesta un dólar, se llamó ‘el abuelazo’, porque se lo dedicó a su primera nieta en cuanto nació. “Unos jóvenes estudiantes y me dijeron que ponga estos ingredientes y fue un éxito”, cuenta.
De ese episodio han pasado más de 30 años, en los que, sobre todo, los estudiantes del colegio Juan de Salinas han sido sus principales comensales. Su puesto se ubica a unos 20 metros de la puerta principal y atiende de 9:00 a 18:00.
UN PATRIMONIO
Pero el negocio no solo funciona en horario escolar, a toda hora se parquean los vehículos de donde se bajan clientes que se ‘escapan’ de sus trabajos para disfrutar del platillo. María de los Ángeles Cevallos es una comensal frecuente. “Aparte de que es nutritivo es muy rico y es original. Esto no se encuentra en otro lugar”, explica.
Pero el hambre no es lo único que llama la atención, sino también la atención de María. “Le pone el cariño que cualquier abuelita le pondría”, agrega María de los Ángeles.
Hace un par de semanas el Municipio de Rumiñahui la condecoró como una de las mujeres insignes del cantón por su trabajo y por la tradición que surgió con ella. “Fue en la conmemoración del Día de la Mujer”, acota la cliente.
HASTA QUE EL CUERPO AGUANTE
A María le encanta su trabajo y la rutina de todas las mañanas de picar cebollas, lavar los chochos y hacer el ají. “Si me quedara en la casa sufriría mucho. Es lo que sé hacer”, aclara.
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Se siente orgullosa porque con ‘el abuelazo’ ha logrado mantener y educar a tres hijos, así como a apoyar a sus nietos. “Yo me quedaré aquí hasta que Dios me lleve. Me quieren, me respetan y gano dinero”, finaliza.
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