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La sal quiteña, sus esencias y tradiciones
La capital celebra sus 487 años de fundación sin dejar morir las costumbres que han caracterizado las fiestas. Algunas se forjaron entrado el siglo XX
La capital de Ecuador rememora su fundación a través de algunas prácticas que cohesionan a sus habitantes para forjar una identidad.
Rina Artieda, investigadora y representante de La Cofradía de los Duendes, comenta que acciones como el juego del 40 o la preparación del canelazo pueden resultar más adherentes que el propio hecho de la fundación española, ocurrida en 1534.
“Si usted le pregunta a alguien verá que no sabe los detalles históricos, pero sí ha tomado un canelazo”, insiste. Tampoco se atreve a hablar de una identidad única, pues considera que no existen quiteños de cepa. “Todos somos por lo menos hijos de algún chagra que vino a probar suerte”, explica.
Es por ello que incluso los migrantes extranjeros se identifican con muchas de estas costumbres...
“El que se pica, pierde”... así es este juego
Desde hace 52 años, decenas de personas han buscado ser los campeones mundiales del 40. Este es un juego de cartas que caracteriza a las Fiestas de Quito y es la Asociación de Periodistas Deportivos de Pichincha (APDP) la que se encarga de mantener viva esta tradición.
José Granizo, su presidente, cuenta que no se sabe a ciencia cierta cómo surgió este entretenimiento. “La baraja es española, los dichos son de la Sierra. Pero la sal quiteña es la que le ha dado más identidad”, comenta.
Este año se ha retomado el campeonato luego de la cuarentena por la COVID-19, pero con restricciones. En la competencia estaban Cristina Rivadeneira, de 32 años, y su madre Alicia Gutiérrez, de 58. Ambas hicieron equipo y llegaron hasta las semifinales.
“Aprendí en la casa, pues ahí siempre en las reuniones familiares jugaban cartas”, dice Cristina.
Esta es su primera vez, pero estaba confiada porque su maestra, su mamá, ya ganó hace algunos años el campeonato femenino. “Estamos contentos porque cada vez hay más mujeres participando”, indica José, pues en los primeros años se consideraba que era un juego de varones.
Pero si bien este es el campeonato mundial, en cada casa u oficina se llevan a cabo otros torneos en los que es común escuchar los dichos como: ‘dos por shunsho’, cuando un jugador lanza la misma carta que su oponente y tiene derecho a llevársela. Y le dan dos puntos. Todas estas frases se usan para desmoralizar al rival.
Además, los que son ‘bien malitos’ y no logran sumar ni 10 puntos en una ronda quedan como ‘zapateros’.
Para José, un buen jugador de 40 debe tener humor, entusiasmo, retentiva para saber qué cartas salen de la mesa, pero sobre todo ‘No ser picado’. “A veces le queda el remordimiento de la mala jugada o se pelea con el compañero”.
A este juego, que es también un ejercicio de sumar y restar, le acompaña un buen canelazo.
Un rey sin corona ni territorio, pero sí con muchas flores
El arupo es un árbol ornamental que se puede encontrar en varios sectores de Quito, sobre todo en el Centro Histórico, El Batán, Tumbaco y la República de El Salvador. Florece en color rosa y en blanco.
Es una planta nativa de Perú y Ecuador, específicamente de la provincia de Loja. Y, a pesar de que no se trata de una especie endémica, ha habido incluso concursos para tomarles las mejores fotos.
El quiteño Rafael Lugo fue quien lo instauró hace unos cinco años. ‘El Rey Arupo’ era votado en Twitter, se entregaban premios gracias al apoyo de la empresa privada. Pero el principal objetivo de Rafael fue hacer que los habitantes de la urbe “regresaran a ver la fauna capitalina”.
La idea caló tanto en los cibernautas que este año hubo varios cuestionamientos por la no realización del concurso. Rafael decidió respirar de las redes y cerrar sus cuentas. Estas plantas son sensibles a la contaminación vehicular, por eso en las calles existen pocos ejemplares, mientras que en los parques y espacios privados se adaptan mejor.
De cuando no había ‘tele’ ni juegos en línea
En las calles ya no se ve a los niños jugar pelota o algún trompo deslizándose por la acera. Gerardo Zabala se sienta con nostalgia a ver la gente pasar en la calle La Ronda, centro de la capital.
Su taller –uno de los últimos que queda en la ciudad– evoca al Quito de antaño. Hay trompos de todos los colores, tamaños y modelos. Él, por supuesto, sabe hacerlos bailar con destreza. “Desde que me acuerdo he jugado con un trompo”, dice el hombre, de 75 años, quien lleva por lo menos cinco décadas en este oficio.
Sus productos son de madera con la punta de metal, “de esos que ya no hay”. Cuenta que lo único que le ha alegrado es que en el pénsum de algunas escuelas se incluya a este elemento como una forma de revalorizar las costumbres. “Por eso vienen a comprar los padres de familia”.
Pero ese no es el único juego, Marta Pacheco, la hojalatera, rememora los viejos tiempos de jugar con barro, ollas de hojalata o con simular cocer alimentos en las cocinas del mismo material. “Antes no había videojuegos y ni siquiera salíamos a la calle. En nuestros patios jugábamos y compartíamos”, menciona.
¡Agüita gloriada con canela y aguardiente!
La canela es originaria de Sri Lanka, en el continente asiático, pero en Quito no hay alguien que no haya tomado una taza de agüita para el frío.
En el siglo pasado –tampoco se tiene certeza de fechas exactas– quienes vivían en las alturas de las montañas de la Sierra ecuatoriana también se calentaban con la infusión de esta especia, pero le añadieron un poco de ‘piquete’ o aguardiente.
Andrés Oña, bartender quiteño que ejerce desde hace 20 años, ha investigado la procedencia de esta bebida. Aunque los datos son confusos, lo que sí tiene claro es que “el canelazo consiste en agua de canela con trago y azúcar”.
Cualquier otra presentación no es sino una variación de quienes lo han preparado a lo largo del tiempo, según Andrés. Es por ello que la oferta es variada. “Algunos lo preparan con naranjilla, a eso le llaman hervido o naranjillazo”, explica.
Esto para “bajarle” un poco el sabor fuerte de la especia y del licor, sobre todo porque la naranjilla tiene “el toquecito ácido y dulce al mismo tiempo”, agregó el experto.
El canelazo se ha convertido también en una de las tradiciones que no se pueden dejar de lado en las celebraciones de la Carita de Dios. “Su popularidad vino de la mano con la instauración de las Fiestas de Quito en los años 1960”, comenta.
El consumo de esta bebida se inició en los barrios populares de la capital, pero con el tiempo todos los estratos sociales la ‘chupan’. Andrés trabaja en un restaurante ‘aniñado’ y en diciembre es cuando más le piden una buena agüita gloriada, como se conocía a la bebida antaño.
La preparación es fácil: hervir la canela con el azúcar (si quiere agrega jugo de naranjilla) y en los vasos se vierte lo que “le da gloria”: el aguardiente.