“No, mi comando, no me la destruya...”. Es la súplica que resuena con tono lastimero en los pabellones del Centro de Privación de Libertad (CPL) Guayas 1, más conocido como Penitenciaría del Litoral, ubicado en Guayaquil. Luis (nombre protegido), militar con 15 años de servicio, la escucha una y otra vez de los reclusos cuando ingresan a los operativos. No ruegan por sus pertenencias ni por sus celdas, sino por algo más: la ‘santita’ que veneran.

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Ellos no claman por una simple estampita ni por su derecho a la libertad de culto, sino por la Santa Muerte, una figura venerada por las bandas del crimen organizado, que la han convertido en su símbolo de poder y protección. En los operativos militares y policiales, tanto dentro como fuera de las cárceles, la orden es clara: erradicar las figuras de esta deidad.

El maestro Albert, experto en artes espirituales, sostiene que el uso de la Santa Muerte viene de México, donde se popularizó por la misma razón que es idolatrada por sus fieles en Ecuador. “De ‘santa’ no tiene nada: es un ente maligno. Le piden dinero, fortuna y hasta el mal para los enemigos”, detalla el especialista, quien también es conocido como ‘el brujo del amor’.

EXTRA ha registrado que durante operativos para capturar delincuentes, liberar secuestrados o decomisar armamento y droga, han hallado esta estatuilla con alimentos, alcohol y velas como ofrendas. Es por eso que, en la ‘Peni’, el derrocamiento de estos altares es la primera tarea.

Inquietantes testimonios de militares sobre la Santa Muerte

Son simples muñecos de porcelana, es lo que piensan algunos, dice Luis; sin embargo, las sensaciones de “mala vibra” no corresponden a banales figuras: la mayoría siente miedo por, al menos, los primeros segundos luego de observarlas. 

“Lo que más te causa miedo y te genera un mal momento es el ‘contacto visual’ con estas imágenes. Es escalofriante porque parecería que te ve a los ojos y te sigue mientras caminas. Hasta se te despeluca el cuerpo”, revela el uniformado, quien reza a Dios cada vez que se ‘embarca’ en un allanamiento en las celdas de este centro carcelario.

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Él cuenta que no solo son los modelos en 3D que encuentran, sino que los presos también recurren a pintarlas en las paredes. Jaime (identidad protegida), quien también es militar, lo confirma: “Los pabellones de la cárcel están llenos (de la Santa Muerte), pero no se le tiene miedo. Vamos confiando en Dios y esto es solo parte del trabajo”.

Luis, por su parte, cuenta que el temor sí ataca a algunos de sus compañeros, por lo que en ciertas ocasiones —pocas, señala— deciden no acercarse a las efigies para destruirlas u obligar a los reos a borrar los trazos de la ‘patrona’ de los muros del centro penitenciario, como lo ordena Jaime en sus intervenciones.

Pero, dice uno de ellos, hay que tener en cuenta que los síntomas como fatiga, vómitos o dolor de cabeza son reales. “A pesar de que los tocamos con palos o cables rígidos, estas molestias llegan enseguida. Se siente un ambiente pesado, pero que solo nos desenfoca por un par de segundos, pues debemos continuar el trabajo y concentrarnos”, manifiesta Luis, quien no ha presentado afectaciones a largo plazo a causa de su ‘encuentro’ con la Santa Muerte.

Un miembro de la Policía Nacional también relata sus experiencias a EXTRA y enfatiza que, en su caso, el miedo desaparece por la adrenalina con la que ingresan a viviendas en todas las zonas de Durán.

Él fue parte de un operativo de rescate de un hombre retenido en contra de su voluntad hace más de una semana. Durante casi cinco horas se metieron a casas de Finca Delia, zona de difícil acceso, y no daban con el escondite de los criminales; pero 20 minutos después de encontrar una efigie de la Santa Muerte, de colores y junto a la imagen de un duende, hallaron al joven plagiado.

“Primero les echamos sal, por si acaso, luego los enfundamos y a la basura. En esos casos se debe pensar por la vida de la víctima, la de los ciudadanos y por la nuestra; si nos descuidamos, puede ser una tragedia”, enfatiza.

El maestro Albert advierte que el malestar mencionado por Luis se debe a que se ‘rompe’ el pacto que realizó el dueño de la estatua con el ente “demoníaco” a cambio de concederle bienes materiales y protección. “Hay que tener en cuenta que invocarla no es un juego, esto puede ser muy peligroso”, dice con cautela.

La Santa Muerte se llevó a su hijo

La siguiente revelación del experto es su propio argumento: hace algún tiempo él trabajaba con la Santa Muerte y tenía un altar en su consultorio, pero un día dejó de parecerle llamativo y lo desarmó. El maestro dice que se fue el altar, pero que este ente se llevó lo más preciado de su vida, su hijo. “Lo perdí y hasta ahora me duele”, afirma.

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Él, por experiencia, recomienda a los uniformados no tomar las estatuillas con las manos durante los operativos porque “la mala energía se pega” y, sobre todo, disponerse a buscar a Dios antes de cada intervención. Y para quienes no son creyentes en el Ser Supremo, el maestro Albert aconseja realizarse limpiezas energéticas en un plazo máximo de 48 horas con raíces de mandrágora o ruda de castilla; no obstante, insiste en que la fortaleza espiritual es lo que mantiene alejado al mal.

Por su parte, el pastor Alexis Casabona también enfatiza en la última recomendación de Albert: “Los uniformados deben ir con su rifle en las manos, pero con el nombre de Dios en su boca”.

“En la Biblia, en Números 23:23, el Señor nos habla y dice que ‘contra Jacob no hay hechicería que valga, ni valen las adivinaciones contra Israel’, es decir que para quienes han creído en Él no hay ocultismo o prácticas malignas que les afecten porque están cubiertos por el Todopoderoso. Sí, el Diablo es poderoso, pero también es limitado. Cristo es todopoderoso y no hay nada que sea más grande que Él”, enseña el pastor.

Casabona invita a los uniformados a mantener la calma y confiar en Dios porque “Él es el único que protege de todo mal y peligro que es invisible para nosotros”. Además menciona estar dispuesto a acompañar a los agentes a sus incursiones para orar por ellos en todo momento. “Estoy listo para ir con ellos si así alguno lo requiere, o para enseñarles del poder de Dios desde las bases de concentración”.

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