Jorge (nombre protegido) y sus compañeros de trabajo salieron a comprar unos víveres en una tienda cerca del edificio en el que laboran, ubicado en el sector Quito Tenis, en el norte de la capital, la tarde del domingo 1 de septiembre del 2024.

Estaban tres hombres y una mujer. Para retornar a su lugar de trabajo debían atravesar unas gradas. Mientras lo hacían fueron interceptados por cinco sujetos encapuchados. Jorge señaló que cada uno tenía un arma de fuego. “Tenían pistolas glock nuevitas”.

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El joven añadió que los delincuentes empezaron a rebuscarles sus prendas para quitarles sus pertenencias. La chica se asustó y gritó desesperada que abrieran la puerta del edificio. Además, ella lanzó su teléfono por un espacio que hay un vidrio.

Al ver resto, los pillos la golpearon y la arrastraron por el lugar. Jorge dijo que les notó nerviosos y preocupados. Aseguró que tenía temor que se les escapara un disparo y que el robo se convierta en una desgracia.

Una alarma comunitaria sonó y los delincuentes se marcharon del lugar. En ese momento, el guardia de seguridad del edificio les abrió la puerta y les ayudó a denunciar el hecho a la Policía.

Jorge indicó que por el contexto de inseguridad y violencia que se vive en el país no lleva su celular de alta gama al trabajo y que lleva un teléfono viejo que no suele utilizar. Ese fue el que le robaron.

Según datos de la Policía Nacional, en el Distrito Metropolitano de Quito ha habido un incremento del 10 por ciento en el robo a personas en lo que va del año, en comparación al 2024. 

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