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Quito: Ni Manchas se libra de los robos
Borrachos quedaron grabados cuando se llevaron la casa de un perro comunitario. La presión en redes sociales hizo que los responsables la regresaran, aunque incompleta.
A Manchas, un perrito comunitario del barrio Nuestra Señora de La Merced, norte de Quito, no le importa mucho la nota de disculpas que pusieron en su casa de madera, cuando se la devolvieron.
La mascota camina despacio por la calle de Los Azahares, pues ya no es un cachorro y los años se le notan en las canas de su hocico.
Durante el día no entra a su vivienda de madera, pero en la noche es su refugio contra el frío. “Perdón, no creímos que tenía dueño porque no vimos al perrito y quisimos dársela a un perrito que no tiene casa...”, dice en un papel pegado con cinta negra.
Aproximadamente a las 20:30 del 1 de enero, dos sujetos a bordo de una camioneta se llevaron la casa de la mascota, de unos 10 años. Todo quedó grabado en cámaras de seguridad.
“Nos indignamos mucho en el barrio. Que no respeten ni la casa del perro es el colmo”, dijo Cristina Arcos, quien se hace cargo del can.
PRESIÓN MEDIÁTICA
Los vecinos no se quedaron con los brazos cruzados e hicieron circular en redes sociales las imágenes del robo. En poco tiempo se hizo viral, por lo que los responsables se comunicaron con Cristina para disculparse.
“Lo hicieron por interno y dejaron una compensación”, agregó la vecina.
Pero no es suficiente, pues devolvieron la casa sin una parte del techo y con los tornillos que iban empotrados a la pared rotos.
“No es posible que hayan creído que es una casa botada, cuando estaba pegada al muro y tenía la cobija de Manchas”, reclamó Cristina.
Los responsables habían admitido a la moradora que el acto fue producto de “unos cuantos tragos”.
Al final de esa vía hay una calle en forma de cuchara (sin salida), espacio que varias personas han convertido en una cantina. “Casi todas la noches se parquean para embriagarse e incluso consumir drogas”, contó Marta Moreno, otra moradora.
PERRITO CARIÑOSO
El can responde a varios nombres: Manchas, Tigre, Tigretón, por su pelaje semejante al de un felino.
“No es agresivo y se deja acariciar por todos, pero cuando ve a alguien ajeno al barrio sí ladra”, indicó Cristina.
Para los moradores, es como una alarma para estar pendientes de las personas que entran o salen de esa calle. “Por ejemplo, nunca hemos visto por aquí la camioneta donde estaban los que se llevaron la casa”.
Manchas deambulaba por las calles del barrio y dormía junto a un poste. Por ello decidieron gestionar la casita de madera, para que no pasara más frío.
“Tampoco pasa hambre, porque nos organizamos para alimentarlo. Aunque estamos pendientes por si le ponen algo que le haga daño”, explicó la vecina.
La mascota, que se acerca de tanto en tanto para lamer las manos de una de sus cuidadoras, está esterilizada y desparasitada. Tres moradores se turnan para limpiar sus desperdicios.
La nota termina con “No quisimos hacer daño, perdón”, y aunque las disculpas han sido aceptadas, los vecinos exigen que haya más patrullajes en esa calle sin salida, porque hasta han descubierto a parejas teniendo relaciones sexuales.
“Ahora toca estar pendiente hasta de que asalten al perrito”, comentó Cristina, entre la indignación y la broma.