La locura por el inicio de clases llegó hasta el Centro Histórico de Quito. Pero esto no es algo inusual, esta zona se ha caracterizado por tener precios bajos y variedad de productos.

Esta vez, los padres de familia acudieron para comprar las listas de útiles. Centenas de ellos hicieron filas de hasta dos horas por ahorrar lo más posible.

En la calle García Moreno se pudo ver, durante el fin de semana, a la gente aguardando su turno para comprar cuadernos, esferos, reglas y demás implementos educativos.

“Nos dijeron que aquí es más barato y necesitamos ahorrar”, dijo Matilde Amagua, quien buscaba útiles para su hijo que estudia en noveno de básica.

El sol quiteño era inclemente, pero nadie se movía de la fila. Matilde esperó por dos horas. “Vengo de un barrio cercano, pero no pensé que iba a estar tan lleno”, agregó.

Quien sí se ‘pegó’ el viaje fue Vinicio Guancha, padre de tres niños. Llegó desde Cumbayá, en el nororiente de Quito. “Necesitamos comprar útiles para primero de bachillerato, cuarto y primero de básica”, comentó.

De nuevo a la normalidad

Luego de la pandemia por el COVID-19, este es el primer año en el que los establecimientos educativos retoman las clases presenciales a tiempo completo. Desde el 1 de septiembre volvieron a las aulas 1,7 millones de estudiantes en el régimen Sierra y Amazonía.

“El uso de uniformes completos ya es obligatorio. En la casa los dejaban usar ropa particular”, comentó Isabel Gualavisí, quien también se trasladó al centro desde Cumbayá.

Eso ha significado fuertes gastos para los padres de familia, pero ellos dicen que “pueden hacer cualquier sacrificio por las ‘bendiciones’ (sus hijos)”.

Sin embargo, el Ministerio de Educación dijo en un comunicado que en las instituciones educativas fiscales se podrá solicitar a los estudiantes únicamente aquellos elementos establecidos en la lista básica para cada subnivel. “Los insumos enlistados como adicionales opcionales serán de adquisición voluntaria por parte de las familias”.

Aún así se pudo ver a los progenitores con unas largas listas y salir de las papelerías con enormes fundas. “Al menos para los primeros años de educación piden demasiadas cosas”, dijo Carmen Lima. Su hija está en primero de básica.

En la misma zona hubo más filas para comprar uniformes deportivos para distintos colegios y escuelas. “Acá hay que venir con tiempo porque también se acaba pronto”, dijo Lucía Calle, quien buscaba una camiseta para el colegio Simón Bolívar.