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En los rezos, los devotos guardan la esperanza de que sus peticiones se cumplan.Gustavo Guamán

En Quito le piden vida y salud a la muerte

En el sur de la capital existe un santuario a la Niña Blanca. Sus devotos cuentan cómo es una ceremonia y cómo esperan el ‘milagrito’.

Jéssica Puello siente náuseas. Parece que se va a desmayar. El humo la aturde. Llora. Le pide a la Santa Muerte que su hijo, de 25 años, pueda caminar otra vez. Fuma. Reza. Escupe. Y cuando la ceniza del habano cae al suelo, su cuerpo experimenta una sensación sobrenatural. Cierra los ojos. Guarda la esperanza de que su demanda se cumpla. “El sacrificio valió la pena, salgo de aquí con fe”, sentencia la madre.

El culto de la Santa Muerte —o Niña Blanca, como también la conocen— tiene más de 2.000 ‘devotos’ en nuestro país. Puello es hoy una de ellos. Ella viajó desde el cantón Mocache, provincia de Los Ríos, hasta el barrio La Mena Dos. Allí, en el sur de Quito, está situado el único templo en el que adoran a esta santa y cuyo nombre de ‘bautizo’ es Vela Mágica.

Levantado en una vivienda arrendada —un piso, paredes celestes, una ventana, una puerta—, pareciera que dentro todo transcurriera con normalidad. Pero no. Un letrero anuncia ya que allí dentro exaltan a una calavera. Las habitaciones, que emanan un aroma de incienso y rosas, son iluminadas a través de un tragaluz. Allí se llevará a cabo un ritual…

Sábado, 11:30. Con tres nombramientos espirituales —curandera, chamán, mamallacta—, Libia Herrera, fundadora y organizadora de este culto en Ecuador, invita a los ‘fieles’ a un cuarto de tres metros cuadrados donde está un altar adornado con tres calaveras, una de ellas esculpida por una artista y amiga de Herrera. Cubierto con un manto azul, este representa la sabiduría, la fe y la protección para los creyentes. También collares, piedras, pulseras, flores, plumas, mascarillas… todas bendecidas.

Herrera le dice a la nueva ‘devota’, Puello, que se incline ante la Santa Muerte. Que se entregue a ella. Que le rece desde su corazón, con amor y fe. Que la ‘calavera milagrosa’ todo le cumplirá. Entonces, la mujer lo hace y le coloca ofrendas en la parte inferior del altar. Flores. Alimentos. Todo traído desde su tierra. Debe hacerla sentir satisfecha para que la Niña Blanca haga caso a su petición.

Es el momento de la ceremonia… Herrera lleva a la nueva integrante hacia una sala donde está reunida una docena de personas. Estas forman un círculo. En las paredes hay gigantografías con mensajes de agradecimiento a la Santa Muerte por los favores que ha hecho a muchos de sus integrantes. Puello recibe una vela verde y un habano. Le sugieren que los sostenga con fuerza. ¡Van a invocar a la santa!

La organizadora pide a todos que cierren sus ojos. Proclama varias oraciones y las repite tres veces. Luego dice: “Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Señor, te pedimos permiso para invocar a la Santísima Muerte, mi Niña Blanca, mi rosa maravillosa. Santísima Muerte, Santísima Muerte, Santísima Muerte...”. Y una presencia se apodera del lugar.

Jéssica Puello llevó una foto de su hijo para que la Santa Muerte le ayudara en su recuperación.Gustavo Guamán
Peticiones y milagros

Cada invitado recibe una copa de plástico y la llena con puntas (bebida con altísimo grado de alcohol). Herrera menciona que es uno de los momentos más importantes de la ceremonia: la Niña Blanca escuchará todas las palabras que se profieran dentro del círculo.

La persona que va detrás del milagro debe pronunciar ‘Sawabona’, cuyo vocablo africano guarda un significado: “Yo te admiro, yo te respeto. Eres importante”. Y así lo hace Puello. Entonces, el resto de ‘fieles’ responde: ‘Shikoba’, que quiere decir: “Nosotros existimos para ti”. Luego, cada devoto expone su necesidad. Pide ayuda. Implora. Y al final de cada intervención, todos sueltan ‘Ajó’, el amén del culto, y beben las puntas de nuevo.

El ritual a la Santa Muerte inició en México. Al principio fue un movimiento exclusivo de los criminales y narcotraficantes, pero ahora tiene devotos militares y hasta políticos. En esta nación existen más de dos millones de creyentes de todas las edades y condiciones.

La madre, nuestra protagonista, aprieta la vela y el habano. Mira hacia la calavera mayor y pide el milagro. Todo por su hijo, quien hacía siete años tuvo un accidente de tránsito y fue operado: una cirugía en la columna. Desde entonces se encuentra inmóvil en una cama de su casa. Y fue él quien le imploró a su mamá que primero conociera a la Santa Muerte y que luego lo llevara ante ella para sanarse.

No es la primera vez que Puello encomienda a su hijo a un santo. Pasó cuando el muchacho se accidentó en su moto y debieron operarle la cabeza. Esa vez fue San Gregorio el que lo ‘curó’. Sin embargo, tras el último siniestro, le suplicó que lo ayudara de nuevo. No hubo respuesta. Y por eso, la progenitora recurrió a esta, la que cree, es una santidad más poderosa. “Tengo la idea que después de Dios actúan los santos. Él le guiará a la Niña Blanca para que mi hijo pueda caminar”, espeta con fe.

Los fieles forman un círculo antes de proclamar sus plegarias a la santa.Gustavo Guamán

El momento de la verdad

Cuando llega el punto álgido de la ceremonia, todos prenden la vela. Encienden sus habanos. Inhalan. Exhalan. Lo hacen con fuerza y sin tragar el humo. Herrera exhorta a los ‘fieles’ a que pidan, solo en su mente, lo que más necesiten.

Gonzalo Bolaños fuma. Se queda en silencio. Luego contará que le pidió ayuda a la santa con los problemas legales que tiene con sus hermanos y su yerno, ellos quieren quedarse con los terrenos que heredaron de sus padres. Ya les rezó a san Pancracio y a la Virgen María, les puso incluso una vela. Y nada. Los problemas continuaron. En esta ocasión, deja toda su fe en la Niña Blanca.

Cerca de él, Andrea Rosero fuma el tabaco. Es su primera vez en la ceremonia. Su petición es por salud mental y emocional. Hace poco se separó de su pareja con la que procreó un hijo. Al final, eso le ha costado noches de depresión, falta de apetito y lágrimas. No puede vivir en paz. Y fue luego de ver un reportaje cuando optó por acercarse a este santuario.

"Luego de las votaciones traeré a mi hijo ante la Santa Muerte. Quiero que se sane, que haga su vida y que tenga una linda familia”.Jéssica Puello
devota a la Santa Muerte

De repente, la ceniza cae al suelo. Herrera se percata y rápidamente le insta a que pise fuerte con su zapato. “Tienes problemas sentimentales que no te dejan vivir tranquila”, le dice la fundadora del culto tras leer lo que resta del tabaco. El acto se repite con todos.

Al culminar, Herrera otra vez proclama los rezos y sentencia lo siguiente: “Mi Niña Blanca. Gracias te damos. Bendita sea Santísima Muerte, gracias por concedernos este gran tiempo de gozo. Gracias, Santísima Muerte. Gracias, rosa maravillosa. Gracias, Niña Blanca... ‘Ajó’". Se acaba la ceremonia. Unos se quedan conversando en un jardín. Otros se van, con la confianza de que la calavera les hará el milagrito.

La calavera representa a esta santa.Gustavo Guamán

La mirada sobre 'Niña Blanca'

El sacerdote Jorge Villarreal señaló que la Iglesia católica es respetuosa con todos los grupos religiosos y cultos. Tal es así que tienen una actividad espiritual llamada ‘la semana de oración por la unidad de los cristianos’, que es desde el 18 al 25 de enero.

La finalidad, según el párroco de San Isidro del Inca, en el norte de Quito, es derrumbar los muros que separan a los grupos religiosos. De hecho los llaman “los hermanos esperados”.

Sobre el culto a la Niña Blanca, Villarreal dijo que hay que establecer la diferencia entre la muerte como un momento de trance y el grupo de devotos que aparece, sobre todo, en México.

“Para la Iglesia, la muerte es el paso que da el fiel cristiano para dejar este mundo terrenal... No podemos quedarnos en la muerte como el final”, indicó.

Al preguntarle que cite un versículo bíblico que hable al respecto, el sacerdote remite el siguiente que aparece en el libro de Tesalonicenses: “No queremos hermanos que ignoren lo tocante a la suerte de los muertos, para que no se aflijan como los demás que carecen de esperanza. Pues si creemos que Jesús murió y resucitó, así también Dios tomará consigo por Jesús a los que durmieron en Él”.

La vela azul es para protección, la verde para la salud, la amarilla para el dinero y abundancia, la negra, y la blanca para limpiar la mala vibra.