El abandono de perros se ha vuelto un tema recurrente en la ciudadela La Forestal, del suroriente de Quito. Por la zona deambulan canes en búsqueda de comida, agua y del cariño que no recibieron de parte de quienes fueron sus cuidadores.

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Estas mascotas son dejadas en un tramo de la avenida Simón Bolívar, desamparadas, incluso con el riesgo de que las condiciones climáticas (lluvias, granizadas, frío) acaben con sus vidas.

Sin embargo, sobreviven gracias a la unión de un grupo de vecinos, trabajadores de una cooperativa de transportes e incluso agentes de la Policía Nacional, quienes permiten a estas ‘víctimas’ descansar y protegerse de la lluvia y el sol debajo la carpa de una Unidad de Policía Comunitaria (UPC).

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Junto a este sitio se ha colocado también una pequeña casa de madera, construida por moradores, para que algunos perros puedan dormir, relata Darwin León, un guardia ciudadano.

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“A toditos los ayudamos, pero sobre todo lo hacen los amigos de las busetas. Ellos les traen comida (...). Pobres perritos, a veces no saben dónde comer, pero acá tienen hasta baldecito de agua”, comenta.

Explica también que él es una de las personas que ayuda a protegerlos de personas que a veces cruzan por el sitio e intentan agredir a los canes. “No les maltraten, les decimos, porque ellos son como humanos, solo les falta hablar”. León califica a quienes abandonan a sus mascotas como “mala gente”.

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Kelvin Rivadeneira, quien trabaja en el sector, detalla que son alrededor de treinta canes los que a diario se acercan por agua y alimento, pero cinco se han quedado siempre junto a ellos, por eso incluso tienen nombres: Pulgoso, Zorrita, Sol, León y Negrito.

Esterilizaciones

El lugareño añade que hay una vecina que “ayuda con las esterilizaciones de las perritas”. También hace un llamado a las personas que quieran adquirir o adoptar un cachorro: “es una responsabilidad enorme. Antes deberían ver si tienen el presupuesto y el espacio para darles una buena vida. Aquí llegan a buenas manos, pero en otros sitios es probable que sufran mucho cuando los abandonan”.

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Rivadeneira menciona que han existido casos de personas que llegan en búsqueda de los perros que circulan por el sector para adoptarlos y darles una mejor vida.

Pan y huesos

Cecilia Silva, ayudante en una cooperativa de transportes, cuenta que sus compañeros conductores les compran a diario uno o dos dólares de pan, huesos y otros alimentos para que alcance para todos. Ya es parte de su día a día.

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El chofer Julio Ortiz lo reafirma y dice además que los canes son inteligentes y se han vuelto sus protectores, porque al notar que se acercan ladrones toman una actitud defensiva para alejarlos. Con los demás, concluye, son mansos y cariñosos.

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