Los arreglos de pintura y de mampostería que se debían realizar en una iglesia ubicada en el sector de El Inca, en el norte de Quito, tendrán que esperar luego de que desconocidos se llevaran el dinero que se invertiría en la obra.

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El sacerdote José María Huerga continúa consternado y recuerda que la mañana del 7 de agosto, mientras daba la primera misa del día en el convento, dos sujetos se escabulleron en la casa parroquial, forzaron la puerta de su cuarto y se ‘bajaron’ 12 mil euros y cinco mil dólares en efectivo.

La primera cantidad de dinero, según Huerga, le pertenecían a él. “Era una herencia de mi familia y eso me tocó a mí”. El resto de la plata era de lo recaudado durante la celebración de las eucaristías de julio.

Añadió que esa ‘guita’ iba a ser destinada para continuar con las readecuaciones del complejo religioso que están en marcha desde hace un año.

Sin embargo, más allá del hurto, Huerga teme que los delincuentes puedan volver porque se hicieron pasar como obreros que trabajan ahí.

El día del hecho, un estudiante de teología abrió la puerta a dos sujetos que se habrían hecho pasar como trabajadores e ingresaron a los cuartos de los sacerdotes para sacarse el ‘billuso’.

Investigación

Las cámaras del lugar registraron el momento en el que los delincuentes forzaron la puerta del cuarto de Huerga, se llevaron el cofre y salieron de la parroquia por una puerta secundaria. Se demoraron seis minutos.

Uno de los tipos vestía un buzo con capucha gris mientras el otro estaba con una gorra.

El religioso regresó y vio que solo se habían llevado el dinero. Eso se le hizo extraño. “No atacaron a nadie ni rompieron vidrios. Sabían donde estaba el dinero.”

Huerga presume que uno de los 15 trabajadores que permanecen en el sitio reparando la estructura sería quien hizo ‘cerebro’ de donde estaba el dinero y actuó con compinches.

Esa información la entregó a la Policía Judicial, desde donde se recaba la información para dar con el paradero de los choros. Además, revisan las grabaciones de las cámaras de otros locales para conocer el rumbo que tomaron los antisociales.

Diana Pabón es una creyente que acude con frecuencia a la iglesia y asegura que este hurto perjudica a la sana convivencia del sector porque “no se sabe si la próxima vez entrarán al templo a robarnos”.

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