Una familia prefiere hablar desde el anonimato porque teme que sus vecinos les rompan los vidrios de su domicilio o los agredan.

Viven en Caminos a la Libertad, norte de Quito, un barrio que hace más de 20 años fue poblado por invasiones. En la actualidad existe un problema de convivencia, según Iván (nombre protegido). El morador abre con temor la cortina de la sala de su casa y señala por la ventana otros domicilios. “Ahí viven los que roban a los taxistas”, asegura.

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En los últimos meses él y sus parientes han presenciado cómo delincuentes llevan a los conductores de aplicaciones hasta una calle sin salida y los asaltan. “Les golpean, les roban sus pertenencias y luego arrojan las llaves del vehículo en la maleza”, relata.

Según Iván, el modus operandi es sencillo. Una mujer pide un taxi desde la app de su celular y cuando el carro llega se suben ella y tres sujetos más. Recorren algunas cuadras y luego los atacan con cuchillos.

Otra moradora, quien también pidió mantener su identidad bajo reserva, indica que los delincuentes son del mismo sector y que por eso no pueden denunciar, “porque son capaces de todo”.

Lo único que han hecho es ayudar a las víctimas de robo cuando son abandonadas por sus agresores. La semana pasada socorrieron al conductor de un camión que reparte productos en las tiendas, a quien los ladrones le rompieron la cabeza por robarle el dinero y su celular. “Le dieron un cachazo en la cabeza y se desmayó. Casi lo matan”.

La vecina envió un mensaje al chat comunitario para exponer la situación que viven. “Los criminales nos amenazan, razón por la cual no podemos exponernos a ayudar a los taxistas y transeúntes. Me comunico por este medio con la esperanza de que, por lo menos, se tome en cuenta este pedido”.

El teniente de Policía Darwin Zaruma es el jefe de esta zona. Llegó hace poco de la ciudad de Guayaquil y conoce cómo son los barrios peligrosos. En las pocas semanas que lleva laborando en Caminos a la Libertad se ha percatado de que el grupo terrorista Los Lobos operaría en este sector.

El oficial dice que se ha enterado de la problemática que cuentan los vecinos, quienes no quieren denunciar los casos por temor a represalias y por eso, según él, se les complica atrapar y judicializar a los delincuentes.

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Ante esta situación, Zaruma ha solicitado la presencia de agentes para que realicen operaciones que permitan desmantelar esta estructura delictiva. “Ya están tras la pista de los integrantes”, asevera.

El teniente señala que primero pretenden atrapar a un grupo de extorsionadores que han dejado panfletos en algunos locales del barrio y han generado temor en los comerciantes. Estos, al parecer, les piden 200 dólares por seguridad.

En la década de los 90 los vecinos de este barrio y sus alrededores luchaban entre sí para obtener un espacio y construir su casa durante las invasiones. En este entonces, los moradores hacían patrullajes para cuidar sus terrenos.

Iván señala que eso tendrán que hacer en la actualidad, pero para luchar contra la inseguridad. “La sana convivencia entre moradores no existe aquí”, lamenta

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