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EN LA PARROQUIA PROGRESO LOS CONSUMIDORES DE LA HEROINA CADA DIA SON MÁS.Freddy Rodriguez

Guayaquil: La parroquia rural Progreso se ha convertido en una tierra de 'zombis'

No solo se meten por la ñata esta droga, también se la fuman, rebajada con ladrillo. Cuando los dos únicos policías de la localidad agarran a los consumidores los ponen a barrer las calles.

Los ‘hacheros’ le tienen miedo a la luz, dice Ricardo mientras está en la entrada de su hogar. Ha residido toda su vida en Progreso, parroquia rural de Guayaquil, pero en los últimos seis meses no ha podido salir de noche.

Cuando cae el ocaso y se dispone a descansar, en la casa abandonada de al lado, la estela de humo se hace densa y se escuchan murmullos.

-Ahí se reúnen los ‘jovencitos’ para fumar- expresa el hombre de 58 años, señalando una casa sin techo, puertas y ventanas.

Ahora, según los moradores de este lugar, la ‘H’, la cual es una droga derivada de la heroína, ya no se está esnifando, ahora se la fuman.

Además, este opioide puede conseguirse por menos de 1 dólar, dicen los vecinos. Sin embargo, el Instituto de Neurociencias de Guayaquil mencionó que los efectos son más tóxicos que la heroína habitual.

El doctor Jimmy Ortiz, quien trabaja para el instituto antes mencionado, explicó que la ‘H’ es la mezcla de un opioide, “en este caso la heroína, con cualquier otra sustancia que tenga a la mano el microtraficante. Es ofrecida a menores en colegios, jóvenes de universidad y barrios. Ellos desconocen las terribles y hasta fatales consecuencias que podría ocasionarles el consumo”.

De la casa donde consumen suele salir Ecuador bajo los efectos de la ‘H’. Se tambalea y no puede sostenerse. La situación se torna complicada cuando se quita la camisa y empieza a gritar “¡Chuch.. de tu madre!”.

En ocasiones, incluso, tira piedras hacia algunas casas, por eso algunos vecinos del barrio Sin Tamarindo deben encerrarse en las noches y no salir.

En una de las residencias aledañas al ‘hueco’ donde se drogan algunos jóvenes, las paredes de ladrillo están ‘raspadas’.

Esa es una de las pruebas, según Ricardo, de la ‘H’, la droga que llegó hace un año a esta pequeña localidad.

“Ya no puedo dejar salir a mis hijos a jugar porque en esa casa abandonada siempre están fumando. Nos da miedo que involucren a nuestros hijos en esto”, dice otra vecina a la residencia.

En los exteriores del lugar están amarrados dos chivos adultos y uno bebé, los cuales se cuelan en la casa por unos huecos en las paredes.

El suelo de la casa son colillas y fósforos que se han ido acumulando durante todo este tiempo sobre la tierra, que también desprende un olor a orina. 

Algunos ladrillos han sido raspados con la finalidad de combinarlos con la H.Freddy Rodriguez

Por su parte, la psiquiatra del Instituto de Neurociencias, Julieta Sagñay, explicó que este alucinógeno es mucho más adictivo que la heroína y más perjudicial, dado que en el caso de Progreso, se mezcla con ladrillo raspado. Esta es la base para que una población empiece a hacerse insegura, debido a que los adictos harían todo para continuar con su vicio.

Podrían empezar robando cosas pequeñas, como unos zapatos o ropa del vecino, hasta intentar hacer hurtos que impliquen la seguridad de los habitantes. Además, esta droga lo que hace es “chupar” a la gente, volviéndola escuálida y dependiente, explica Sagñay.

Parte trasera de uno de los lugares identificados en donde se reúnen los 'hacheros'.Freddy Rodriguez

Las guaridas de los ‘hacheros’

Durante el día, y a la vista de un extranjero, Progreso es un pueblo más, una parada para los turistas que van hacia Playas y buscan comprar cualquier suministro que necesiten.

En ese pueblo, de más de tres mil habitantes, con dos escuelas y un colegio, la mayoría de personas se conocen.

Sin embargo, José, un padre de familia, expresó que a las afueras del colegio, que queda cerca de la Policía Judicial, están vendiendo ‘H’ a algunos estudiantes que la curiosidad los ha llevado a comprar.

Incluso, los han visto en las ‘guaridas’ de los ‘hacheros’. Hasta el momento, la comunidad tiene identificados tres puntos en los que se reúnen los drogodependientes para consumir las sustancias.

“Muchos de ellos se están perdiendo en las drogas y nadie hace nada. Progreso se está convirtiendo en un lugar para drogadictos”, dice José, mientras espera a que su hijo salga de clases.

El primer lugar en el que se reunieron los ‘hacheros’ fue en el ‘hueco’ de los militares. Este es aledaño al basurero de Progreso y, en las paredes de una de las residencias, encontraron un muro pintado que decía ‘Los Lobos’, aludiendo a una banda criminal.

Luego llegaron a dos casas abandonadas, ambas en Sin Tamarindo, cerca de la gruta.

Falta de policías

Uno de los agentes de Progreso, quien pidió no identificarse, expresó que existen solo dos patrulleros y uno de ellos no está en funcionamiento.

Además, solo hay dos policías por turno, teniendo un total de cuatro agentes para una población de más de tres mil personas.

“Necesitaríamos al menos tres patrulleros que funcionen y tener de 15 a 20 policías para que podamos proteger a todos, pero así es muy poco lo que podemos hacer”, asegura.

Por otra parte, comentó que algunos de los drogodependientes que han visto fumando en la calle y han logrado capturar son puestos a hacer obras sociales, como barrer las calles o pintar las paredes.

Sin embargo, esto desató una polémica dado que la comunidad expresó que era un abuso de autoridad.

¿Cómo llegó la droga a Progreso?

-Nadie sabe quién la vende, repite Ricardo dos veces. Luego, mientras da unas barridas a su antejardín, dice que, a veces, viene gente “rara” desde lugares aledaños como Guayaquil o del recinto Cerecita.

Los primeros en expender fueron una familia completa de Progreso, incluso con hijos, en 2022, según la Policía Judicial (PJ).

Meses después, fueron capturados, pero solo la esposa quedó en libertad.

El hombre, junto a sus dos hijos, terminaron en la cárcel. Sin embargo, desde ahí pidieron que ‘quebraran’ al ‘sapo’ del vecino, quien supuestamente los había ‘vendido’.

Siendo así, la esposa hizo las ‘vueltas’ para que asesinaran a su vecino. Pero las labores investigativas de la Policía impidieron el hecho y la mujer terminó en ‘cana’.

Desde entonces, la ‘H’ ha estado por temporadas. En ocasiones más, otras menos, pero siempre latente.

Nadie sabe quién la vende, pero los jóvenes, en la noche, terminan en casas abandonadas. La humarada se desprende y, de un momento a otro, salen caminando por las calles, unos sin camisa y otros con la mirada perdida, como ‘zombis’.

Una de las casas abandonadas donde, presuntamente, consumen drogas algunos jóvenes.Freddy Rodriguez

Ingredientes de la H y consecuencias

La psiquiatra Sagñay, quien desde hace casi una década se ha dedicado al estudio de la H, explica que inicialmente la droga inicialmente se aspiraba y empezó en las cárceles. Al principio regalaban las dosis -método que siguen usando- hasta la sexta, en la cual consideran que una persona se vuelve adicto.

“El problema es que al principio no sabíamos cómo tratar a los adictos porque son síntomas de abstinencia muy diferentes al consumidor de heroína pura. La H te consume, te chupa y tiene consecuencias tanto psicológicas como psiquiátricas”, explica.

En el caso de Progreso, la H se está fumando dada la mezcla con cal u otros componentes. “Los adictos mezclan a su antojo y también la consumen de esta manera porque ya no se consigue heroína pura”, añade Sagñay.

Menciona que la mezcla también se puede hacer con tabaco y cal, por ello serían las colillas en el piso de casas abandonadas. “El síndrome de abstinencia es tremendo. Sienten, según mis pacientes, que les están quemando la espalda y dolor en los huesos. Hacen combinaciones con marihuana, a lo que le dicen ‘mariachi’ para que no sea tan complicado”.

En la H se han encontrado componentes de todo tipo, como analgésicos para caballos, metanfetaminas, veneno para ratas, ketaminas, entre otros.

La problemática está en que, si una persona tiene predisposición genética de sufrir enfermedades mentales, ser consumidor de la H lo hace más vulnerable y en cualquier momento podría explotar. Además de ello, dice la especialista, los centros médicos no saben de qué manera tratar a estos pacientes y no hay un conocimiento de los medicamentos que deben suministrarse y el tiempo necesario para una desintoxicación.

Durante 2022, según cifras oficiales, se incautaron 162 kilogramos de esta droga en Guayaquil.