Son las ciudades más grandes del país y su gente es completamente diferente. Mientras en Guayaquil había un ‘corre, corre’ por las compras previas a los apagones, en Quito todo estaba ‘fresco’, ni alboroto había.

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EXTRA hizo un recorrido por estas localidades y esto es lo que encontró.

Rosa Cayambe llegó desde la Florida Norte hasta el centro de Guayaquil para comprar un foco de emergencia y un ventilador recargable, preparándose para los cortes anunciados desde hoy hasta el jueves 26 de septiembre.

“Esta vez no me va a coger sin luz, ya tengo que estar lista. La última vez, en mi sector, nos quedamos sin energía desde la 01:00 hasta las 04:00”, comentó Rosa.

Otro porteño, Luis Méndez, de 70 años y residente de Mapasingue, también salió por una linterna. “No sabemos quién puede tocar la puerta, y hay que estar pilas. Si pasa algo, por lo menos me ilumino”, comentó.

Estos apagones han representado ganancia para algunos comerciantes. “Cada foco cuesta 8 dólares y dura de siete a ocho horas. Un día antes del apagón, entre martes y miércoles, vendí como 1.200 unidades. Desde el sábado, las ventas han vuelto a subir”, relató el dependiente de un negocio.

En Quito, ni siquiera parecía un domingo habitual. En las calles había poca gente y una gran cantidad de negocios -en sectores conocidos por su comercio- estaban cerrados.

Por el frío que hubo en la ciudad o la ‘chirez’ (a causa de la compra de útiles escolares), los capitalinos no salieron en búsqueda de implementos para la serie de apagones que se viene.

En la avenida 10 de Agosto el panorama era desolador. Desde el puente del Guambra hasta la calle Río de Janeiro, donde se venden luces, bancos de energía y otros productos recargables, la mayoría de locales no abrió. Incluso, en una pequeña plaza comercial, junto al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), apenas había un puesto operativo.

En el centro, en el sector La Marín, los comercios estaban abiertos, pero no había muchos clientes. Lo mismo se podía observar a lo largo de la calle Chile, incluso en los alrededores del Palacio de Carondelet.

Martha Ramos, comerciante del Palacio del Celular, mostró los diferentes productos de su negocio. Incluso, mencionó que hay linternas que sirven de bancos de energía. Estos permitirían cargar teléfonos, pero la gente no se acerca a comprar.

Para ella, no ha existido pánico en los capitalinos, pero aclara que tanto en su local como en otros, están abastecidos en caso de emergencia. (AEB-SC)

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