Tenía ‘panas’, pero ninguno conocía su verdadera identidad, pues todos lo llamaban Colombiano. Es por eso que la tarde del martes 25 de mayo, cuando fue acribillado en la puerta de una peluquería, no hubo quien diera sus nombres.

Por ese motivo, su cadáver fue ingresado sin mayores datos al Laboratorio de Criminalística, de Guayaquil.

El individuo habría tenido nexos con una de las agrupaciones narcodelictivas que buscan apoderarse de la parroquia rural Posorja, en el Puerto Principal, según informaron fuentes que investigaban el suceso.

Sin embargo, eso no fue confirmado por el jefe policial del distrito Progreso, coronel Iván Rodríguez, pues sostuvo que esos detalles todavía se mantenían bajo reserva.

Lo que sí reveló fue que uno de los presuntos asesinos fue detenido luego de una persecución, pues los policías del sector escucharon las detonaciones, suscitadas a unos 100 metros de la Unidad de Policía Comunitaria (UPC).

El oficial detalló que mientras perseguían a los sospechosos, uno de ellos les disparó y que por eso uno de los agentes respondió y lo hirió. El afectado por el disparo fue aprehendido junto a la moto en la que huían y con el arma utilizada en el crimen. Su compinche escapó.

El sujeto, quien fue identificado como Anibal Staling Alarcón Gómez, habría salido hace poco tiempo de prisión y supuestamente tomó el contrato de sicariato porque necesitaba dinero para resolver un problema que se había presentado con su hija, de acuerdo a lo que habría relatado a los investigadores.

El jefe policial agregó que Alarcón Gómez intentó escapar por la vía principal de la localidad porque no conocía el sitio. El sospechoso habría sido contratado en la cabecera cantonal.

Para el coronel, esa situación evidencia que los contratos de muertes violentas se realizan en la ciudad.

Alarcón Gómez registra detenciones anteriores por tenencia ilegal de armas, en 2020, y de drogas, en 2017, como consta en los archivos de la Función Judicial.

Salió 'soplado' en pleno control policial

En el ingreso vial de Posorja, la Policía montó un operativo de control. En el sitio, no se presentaron novedades hasta las 11:15, pues a esa hora, detuvieron a un taxista. Él se colocó a un costado.

Sin embargo, cuando le pidieron abrir el portamaletas, se habría puesto nervioso y de repente, cuando notó que los uniformados se acercaban al baúl, aceleró.

En consecuencia, otros agentes se embarcaron en un patrullero y empezaron una persecución.

También, junto a tres policías, un equipo periodístico de EXTRA se unió a la persecución, que duró cerca de 20 minutos, en un trayecto de 23 kilómetros.

Con la ayuda de otras unidades, interceptaron al taxi, que escapaba a más de 160 kilómetros por hora. Finalmente, descubrieron en la cajuela 11 fundas que contenían pequeños paquetes con sustancias estupefacientes, confirmó el teniente Óscar Minda, quien tomó el procedimiento.