Su trineo es una camioneta doble cabina, repleta de regalos, donaciones y logos del equipo de Barcelona. Quien conduce el vehículo no es ningún duende, sino don Manuel Culqui, un voluntario que acompaña a Martha Noboa, de 46 años, una politóloga y empresaria cuya vida gira en el servicio desde el 2010.

Todo nació con una visita a la Sociedad Ecuatoriana Pro-Rehabilitación de los Lisiados (Serli), desde entonces hace obras sociales y se disfraza de cualquier personaje navideño (duende, Mamá Noela, etcétera) con tal de llevar paz y hacer felices a los más pequeños de la provincia del Guayas.

Sin embargo, este 2020 decidió cubrir su femenina figura para caracterizar a Papá Noel, pues sabe que muchos niños lo esperan con ansias.

Piezas compradas, regaladas y prestadas

Para su transformación tuvo que ocultar su cabello corto y rubio con una melena blanca, soportar una barba y portar un caluroso cuerpo de plumón, que le sirve de relleno, más un traje rojo con blanco confeccionado por Danny Franco, otro voluntario. Abandona los tacones para usar unas botas de cuero, regaladas por una amiga.

“Una vecina me prestó el cinturón y los lentes son de mi hijo Fernando, así he ido armando el disfraz”, cuenta la exconcejala de Balao.

Sus visitas son a sectores de gran pobreza en diversos cantones, como su natal Balao, Yaguachi, Naranjal, Samborondón, Guayaquil (Flor de Bastión, Isla Trinitaria, Barrio Nigeria, Cooperativa Janeth Toral, entre otros). Allí no hay chimeneas, pero sí caminos de tierra, que son cubiertos por niños, quienes al verla aparecer gritan al unísono.

Organizada y creyente

Su centro de operaciones es su casa, en una ciudadela del norte de la urbe porteña. Al ingresar está una pequeña cartelera, en la cual está trazado el recorrido diario que tiene que hacer en el ‘trineo’ sobre ruedas.

El garaje de su domicilio se ha convertido en el centro de acopio de las donaciones (comida, juguetes, pañales, etcétera) que recibe la fundación que preside, Fernove.org, a la cual está dedicada en cuerpo y alma, en especial desde que inició la pandemia, enviando ayuda a personas de escasos recursos en todo el país.

Solo imposta la voz para decir el clásico jo-jo-jo, de allí sale su voz natural, femenina, pero eso no les interesa a los pequeños, pues ellos aseguran que están con Santa.

Su amor por el servicio es tan grande que no le importa si el lugar que va es peligroso. “Soy una hija de Dios y creo en Jesús, el verdadero protagonista de la Navidad. Siempre empezamos nuestras actividades con una oración, esa es nuestra protección”, dice con convicción y alegría la mujer que por amor a los pequeñines se convierte en el viejo pascuero. 

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