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Playas: Familias perdieron sus cosas pero salvaron la vida de las inundaciones
Algunos perjudicados han sido acogidos en albergues; otros, pese a estar con el agua hasta la cintura, se han negado de abandonar sus hogares.
Haciendo malabares para no caer en un hueco o resbalar con el lodo, atrincherados en sus casas aunque no les quede nada que salvar en ellas, así están decenas de familias del cantón Playas, en la provincia del Guayas, afectadas por las intensas lluvias que han caído en la última semana en la Costa ecuatoriana.
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A estas hay que sumarle al menos otras 53 que han sido evacuadas por los organismos de socorro, pues la crecida de los caudales de los ríos Arena, Moñones y Tambiche –los cuales atraviesan el cantón– destruyó sus viviendas y puso en riesgo sus vidas.
Gisella Ramos fue una de las rescatadas. Ella habita en el barrio Playas 2, uno de los más golpeados por el temporal, y narró cómo pasó horas aislada en el segundo piso de su vivienda, porque la planta baja había sido cubierta por el agua.
“El agua nos superaba”
La afectada relató que “cuando el río se desbordó, las casas empezaron a llenarse rapidito, tuvimos que subir (al piso alto) porque a mi hijo (un niño de aproximadamente cinco años) y a mí, el agua nos superaba”.
“Estuvimos ahí varias horas hasta que llegaron los bomberos en un bote inflable y nos sacaron. A mi cuñada, que vivía al frente mío, el agua se le llevó la casa; en otras calles tuvieron que poner cuerdas para que la gente se agarrara y pudiera salir, sino la corriente se los llevaba”, recordó.
Al ser imposible volver a su vivienda, luego de que pasara la lluvia y el caudal del río disminuyera, no le quedó otra opción que acudir al albergue que la Alcaldía habilitó en el Centro Recreacional Gran Cacique Tumbalá, ubicado en el barrio Ecuador, al oeste del cantón.
En este centro se les ofrece a los damnificados agua, comida, vestimenta, artículos de higiene personal, atención médica, colchones y un espacio cubierto para dormir. “No hay ninguna restricción, quienes tengan la necesidad pueden venir a solicitar asistencia, hasta al momento (la noche del miércoles 21 de febrero) tenemos 170 personas acogidas, aunque el número aumenta a cada minuto”, detalló Joselyn Peña, directora de Gestión Social del Municipio de Playas.
Un panorama desalentador
Barrios como San Jacinto, Enrique Torbay y Aguas verdes, más que zonas habitadas, parecen un campo de posguerra, los pocos rincones que no están anegados, están cubiertos de palizas, vegetación, enormes cráteres y lodo majado. Algunos cuerpos de animales que murieron ahogados también son parte de la cruenta postal.
En la avenida Paquisha, vía de acceso al cantón desde Guayaquil, decenas de personas se agolpaban a los lados de la carretera para rogar por ayuda quienes pasaban en sus vehículos o a la espera de que llegara alguna autoridad u organización caritativa a donarles una manta, comida o hasta una botella de agua.
“Estamos con el agua al cuello y al alcalde no le importa, llevamos días inundados y nadie hace nada. Necesitamos que nos auxilien, lo hemos perdido todo”, gritó uno de los afectados cuando vio llegar a un equipo de EXTRA, que se acercó para corroborar la magnitud de los daños en el territorio.
En el sitio se pudo observar que, en la mayoría de vecindarios, el acceso vehicular era posible solo hasta una o dos cuadras, ya que luego el terreno declinaba y el agua subía a tal nivel que solo lanchas podían pasar con seguridad; además, afuera de las viviendas, algunas de caña y otras de construcción mixta, estaban amontonados colchones, electrodomésticos, muebles y ropa que habían quedado inservibles.
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“Me estoy quedando en la casa de una amiga, hasta cuando pueda, porque como dice el dicho: ‘A los tres días el muerto ya apesta’. Cuando ya no me pueda quedar en su casa, no sé qué voy a hacer, no tengo donde quedarme”, aseguró Mercedes Baque, una adulta mayor damnificada, quien se agarraba de lo que podía en su afán de salir del barrio Playas 2.
Sin agua e incomunicado con su puerto
En Engabao, comuna aledaña a Playas y también perjudicada por los aguaceros, las mayores afectaciones han sido para las infraestructuras viales y comerciales. Aquí, dos puentes sobre el río Zulluño, el cual une a la comuna con su puerto, se desplomaron por la crecida del afluente, quedando incomunicados y con los servicios básicos interrumpidos.
“Sin el puente no podemos ir a dejar la pesca del día al puerto, no la podemos vender y tampoco llega a las demás ciudades de la provincia. Nos ha tocado varar aquí en playa Paraíso, que es un balneario turístico, a tratar de vender el producto, porque los camiones no pueden llegar al puerto”, explicó Mario García, pescador de esta comunidad.
En el sitio del derrumbe, ocurrido el martes 20 de febrero, maquinaria de la Prefectura del Guayas se encontraba trabajando para intentar habilitar un paso de tierra compactada que permitiera la circulación vehicular. Mientras esto se realizaba, los habitantes arriesgaban la vida para atravesar de orilla a orilla, para llevar insumos y víveres a sus familias.
Jacinto Panchana, presidente de la comuna, explicó que la afectación no es solo para los pescadores artesanales, sino también para sector el turístico, pues los 40 hostales y hospedajes que hay en Engabao, han dejado de recibir visitantes por la suspensión de servicios como agua potable y alumbrado.
Según el dirigente, el problema de las inundaciones data de hace más de treinta años y pidió a las autoridades que se haga un estudio técnico para dar una solución adecuada y definitiva a las inundaciones causadas por el desborde de los ríos.
Inundaciones no impiden robos
Tras que han perdido casi todos sus enseres por las inundaciones, los afectados ahora sufren los robos de las pocas cosas que les quedan.
La noche del 21 de febrero, unas 8 viviendas cuyas familias pasaban la noche en una casa convertida en albergue, cedida por una señora de manera voluntaria en el barrio San Jacinto, fueron objeto de delitos: los delincuentes llegaron en botes y troncos de balsas y se llevaron enseres y electrodomésticos, que aún no habían rescatado del agua.
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“Regresé a mi casa a ver mis cosas al amanecer, y no encontré nada, se llevaron mi televisor, nevera y hasta los colchones; claro, los electrodomésticos estaban dañados por el agua, pero los iba a hacer arreglar, ahora no me queda nada”, lamentó Margarita Bravo.
En el barrio Enrique Torbay y Aguas Verdes, también se dieron robos en las casas cuyos dueños se encontraban en los albergues.
El alcalde Gabriel Balladares responsabilizó a las anteriores administraciones municipales de haber legalizado terrenos en zonas de riesgo que son problemas en cada etapa invernal. (NM)
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