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Plan de seguridad en escuelas y colegios no se siente en planteles de Guayaquil y Durán
Policías y Metropolitanos no asoman por planteles vespertinos, según padres. El Vicente Rocafuerte adelantó la hora la salida para evitar la oscuridad
Agolpados en torno a la puerta de salida, procurando que no haya personas ‘sospechosas’ merodeando alrededor y con más de media hora de anticipación, los padres y representantes esperan la salida de los estudiantes en los exteriores del colegio Vicente Rocafuerte, una de las instituciones educativas más emblemáticas, pero también conflictivas de Guayaquil.
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Por eso, uno de los padres (quien prefirió el anonimato) aguardaba en su moto, a tres metros de la puerta, para no dar chance a que nadie se le acerque a su hija cuando saliera. “Todos saben cómo es el colegio, no solo están los robos, sino también los que venden droga y quieren enganchar a los niños. Por eso vengo antes para asegurarme de recoger enseguida a mi niña e irnos antes que oscurezca”, explicó.
Para precautelar la seguridad, durante las primeras semanas de clases en este colegio se ha dispuesto que los alumnos salgan a las 17:30, una hora antes del horario habitual, para evitar la oscuridad de la noche. Pese a la inseguridad, en los exteriores del plantel ni la Policía Nacional ni los Agentes de Control Municipal patrullaban el sector, al menos el día que este equipo realizó el recorrido.
Nadie sale por su cuenta
Similar situación se vive en la escuela República de Costa Rica, ubicada en las calles Lizardo García y Hurtado, en el centro de Guayaquil. En esta institución primaria, las directrices son claras: ningún niño puede salir solo. Solo un familiar o una persona previamente identificada como encargada puede retirar al alumno, quien debe ser mayor de edad, explicó el docente encargado de entregar a los estudiantes y que tampoco se quiso identificar porque “es ponerse en peligro”.
La hora de salida en la escuela, al menos durante las primeras dos semanas, se fijó a las 16:00. Una vez concluidas las clases, los niños aguardan la llegada de sus familiares jugando en el patio o sentados en las escaleras al pie de la salida. En la escuela, el panorama se repite: cero custodia policial.
Esta es la realidad generalizada en los planteles educativos en el inicio del año lectivo 2024-2025: estudiantes, padres y profesores están en alerta, viendo a todos lados al momento de poner un pie fuera de los centros educativos.
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Esto ocurre aunque el pasado 6 de mayo la Policía Nacional y el Ministerio de Educación informaron del plan ‘Unidades Educativas en Protección’, con el cual se destinarían 3.526 policías y también Agentes de Control Metropolitano para vigilar los colegios a la hora de entrada y salida.
“Antes había más control”
Al sur de la urbe, en la Unidad Educativa San Francisco de Asís (Carchi y San Martín), los docentes y estudiantes recuerdan que el año pasado solían llegar policías a vigilar; sin embargo, este año, con dos semanas de iniciadas las clases, aún no aparecen por la zona.
“Venían incluso los agentes de la ATM (Agencia de Tránsito y Movilidad) y hasta los militares durante el último estado de excepción (enero de 2024) y ahora nada de nada”, dijo Gabriel Alvear, docente de física y matemáticas, quien incluso ha sido víctima de robos de los accesorios de su carro afuera de la institución.
Padres y docentes se organizan
En el cantón Durán, donde la inseguridad ha recrudecido durante las últimas semanas con muertes violentas a diario, tampoco se observa presencia de uniformados. Planteles como el Provincia de Cañar (ciudadela Primavera 2) o la escuela Milton Reyes (El Recreo) son vigilados por los padres porque las patrullas “ni asoman”.
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Jackeline Borbor es la encargada de retirar a sus dos nietos de la mencionada escuela. Ella asegura que el mayor peligro son las personas extrañas rondando en motocicletas y que la presencia policial es un disuasivo para que los criminales no acechen a los niños, pero que los patrullajes no deberían limitarse a las puertas de los planteles, sino también a los alrededores.
“No serviría de nada que cuiden las entradas si los ladrones y traficantes se van dos cuadras más lejos y allá pueden robar o vender su porquería a los estudiantes. Deben rondar y detener a toda persona sospechosa”, pidió otro padre, quien tampoco quiso dar su nombre por miedo a represalias de los grupos criminales que tienen tomado el cantón.
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