De lejos parece una escultura de la Virgen María. De cerca es otro ‘cuento’. Tiene una calavera en vez de rostro y en una de sus manos sujeta una circunferencia que simboliza el mundo. Ver esta estatuilla ‘paniquea’. Y es más tenebroso saber para qué la usan muchos.

La llaman la Santísima Muerte. A ella se encomiendan los criminales para que les vaya bien en sus ‘vueltas’. Esta práctica se hizo popular entre los hampones y narcotraficantes mexicanos, e incluso se replica en otros países como Ecuador.

El santero Carlos Cevallos dice que los pillos, en una ceremonia, le rinden culto a un espíritu maligno que toma posesión de la imagen.

La figura tiene varias presentaciones y no necesariamente son utilizadas para cosas oscuras. Se diferencian por su color y cada tonalidad sirve para algo concreto: blanco, para la suerte; negro, protección; rojo, amor; amarillo, problemas menores; azul, para el éxito laboral. Sin embargo, quienes andan en malos pasos también las ocupan para rituales malignos.

Según Carlos, hay quienes solo se conforman con una simple limpia para ahuyentar las malas energías. Pero otros deciden ir más allá. “Piden que les vaya bien en los asesinatos, robos y venta de drogas”, refiere.

Él tiene una de estas esculturas, pero no la ha empleado a favor de malandrines. Teme salir mal ‘parado’, pues cuando un delito les sale mal, ellos toman represalias contra los santeros.

De lo que conoce por medio de colegas, el ritual implica que la persona interesada, a través de un especialista en magia negra, ofrezca a la entidad oscura un animal en sacrificio y se bañe con esa sangre.

El culto se realiza de madrugada y deben pronunciarse ciertas frases y cánticos.

“El ente que trabaja ahí es un demonio. Por eso es que a quienes se meten con esto es capaz de darles de todo”, explica.

Los resultados parecen de fantasía. El hampón llega a no ser visto por los agentes policiales, comenta Carlos. Para lograr algo así, la entidad debe empezar recibiendo animales en pago. Mientras va concediendo favores deben darle más cosas, hasta llegar a un punto en que exige sangre humana, que puede llegar a ser de un amigo, familiar o alguien cercano, detalla Carlos.

“Es un tema delicado, estamos hablando del sacrificio de una persona. De pronto ese ciudadano desapareció, no se sabe nada de él y no se investiga”, reflexiona.

Si esa condición no se cumple, luego habrá consecuencias. Muchas veces la persona va perdiendo movilidad, su cuerpo se va deteriorando y tiene una agonía muy larga hasta que fallece, recalca el espiritista.

Agrega que, si bien en el país este peligroso ritual aún no llega a ser tan popular entre las bandas delictivas, como ocurre en México, cada vez va tomando más fuerza.

“Hay personas a las que no les importa nada con tal de ganarse un dinero, pero no saben el daño que le pueden ocasionar a su cliente y, eventualmente a ellos mismos, si las cosas llegan a salir mal”, recalca.

PACTO PARA MORIR

Nelson Zavala, pastor de la iglesia Monte de Sión, refiere que este ritual es satánico y nace de la creencia de que la muerte acompaña hasta el fin y trata bien a quienes la veneran. En su criterio, esta idea es incoherente. “¿Cómo puede haber gente que adore a la muerte, cuando el único que tiene poder sobre ella es Dios”, cuestiona.

Zavala hizo un estudio respecto a esta práctica y menciona que, efectivamente, los narcotraficantes y malhechores hacen un pacto con la muerte, que en sí es el mismo diablo. Aduce que, para probar la efectividad de la alianza, ellos hacen que les disparen, pero la bala supuestamente no les hace daño.

El pastor coincide con Carlos en que otra cosa que buscan los pillos es que la Policía no los agarre. “Pueden estar en un lugar y pasan desapercibidos para los agentes (...). Estos demonios generan distracción y los uniformados no los ven”, explica.

Recalca que estos pactos, en realidad, son para morir, porque “el diablo paga mal a quien le sirve”. Los hechiceros detrás de estos actos también tendrán su castigo, expresa citando el pasaje bíblico de Apocalipsis 21,8. Por eso aconseja no hacer estos ‘convenios’ diabólicos.

REZO A DON 'SATA'

El coronel Patricio Almendáriz, jefe policial del distrito Sur, en Guayaquil, no cree en estos rituales y tiene su fe intacta en Dios. Sin embargo, recuerda que durante su labor, una vez tuvo una experiencia extraña.

El coronel y otros agentes le seguían la pista a un adolescente, quien estaba implicado en un asalto y en la tenencia de armas de fuego. En una ocasión fueron alertados de que el joven, de 17 años, estaba en una cooperativa del Guasmo sur. Entonces montaron un operativo para intentar retenerlo, pero no pudieron hallarlo en ese instante, sino dos días después.

“De acuerdo a la versión que él mismo me dio después se había escondido debajo de la cama, detrás de una alfombra. Le dije, ‘¿por qué no te vimos?’. Y él respondió que se había encomendado”, cuenta Almendáriz.

Lo curioso es que, cuando el menor fue agarrado, entre sus prendas tenía una carta con un escrito a mano, que contenía una súplica para que lo cuide de sus enemigos.

El chico recibió medidas socioeducativas por sus actos, pero actualmente ya no reside en el Puerto Principal, pues, al parecer, quieren darle ‘vire’ por sus malas mañas.