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Peluquerías del sur de Quito: entre el acoso criminal y la estigmatización
Luego del triple crimen en Nueva Aurora, trabajadores de estos negocios dicen que no deben estigmatizar a todos por un caso en particular
La peluquería de la Nueva Aurora, en el sur de Quito, en donde ocurrió un triple crimen el 18 de julio, volvió a abrir sus puertas, pero los trabajadores no quieren hablar. Están asustados.
(Lea también: Un hombre fue asesinado en San Mateo, Manabí )
“Nos dijeron que no entreguemos información hasta que termine la investigación de la Policía”, mencionó un barbero.
Los moradores señalan el negocio y murmuran que ahí ocurrió una masacre. Esto ha provocado que los trabajadores de otras barberías cercanas se sientan observados.
Este tipo de negocios está en la mira de la Policía luego de que el comandante de la capital, el general Víctor Herrera, alertara sobre un aumento de hechos violentos en las peluquerías. Según el oficial, algunos de estos establecimientos se han convertido en fachadas para cometer delitos como la venta de droga.
Malestar y preocupación
Herrera indicó que tienen indicios de que trabajadores de ciertas barberías se estarían dedicando al ‘narcomenudeo’. Los sectores en los que habría pruebas es Solanda, Carapungo, Calderón y La Mariscal.
Esto ha causado indignación en algunos barberos como el venezolano Carlos Romero, quien tiene su local en Solanda y asegura que “por uno pagan todos”. El extranjero reconoce que luego del hecho violento en Nueva Aurora, dos clientes le han pedido que les corte el cabello en su casa porque “tienen miedo de morir baleados”.
Uno de los acribillados del 18 de julio era un usuario de la peluquería. Según las primeras indagaciones, el despido de un trabajador de dicha peluquería habría sido el móvil del ataque armado.
Sergio Galarza suele ‘peluquearse’ en el local de Romero hace un mes y comenta que hace tiempo lo hacía en una peluquería de La Jota. Según él, los propietarios del otro negocio se fueron con miedo porque les habrían atacado luego de no dejarse persuadir para vender estupefacientes.
En la calle Amazonas, en el norte de Quito, María Chicaiza tiene su peluquería y asegura que hace pocas semanas tuvo que cambiarse de sitio porque la venta de droga en la zona le hacía espantar a los clientes. Los ‘brujos’ solían sentarse en la puerta de su local para despistar a los policías cuando rondaban el área.
“No podíamos decirles nada a quienes vendían esas cosas por miedo a que nos amenazaran.”, concluye.
EN OTRAS NOTICIAS
Familia busca a una joven de Yaruquí: Lo último que se supo de Johanna Vanessa Salazar Cadena, de 22 años, fue que salió en un Chevrolet Vitara a las 07:40 del lunes 17 de julio desde la guardería de su madre, en Yaruquí, suroriente de Quito.
Desde entonces, su teléfono está apagado y sus familiares la buscan con intensidad. Pusieron la denuncia en la Fiscalía y ellos también buscan por su cuenta. La joven es de tez blanca y cabello rizado de color castaño.
Detenidos luego de robar a una mujer: Un policía del grupo motorizado patrullaba por la avenida Ajaví, en el sur de Quito, y vio a una mujer que seguía a dos sujetos desesperada. “Devuélveme mi celular”, gritaba.
El hecho ocurrió la tarde del 20 de julio. El uniformado persiguió a los hombres por más de tres cuadras y uno de ellos arrojó el teléfono al suelo.
Ambos fueron capturados y reconocidos por la víctima como quienes le quitaron su artefacto.
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