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El Paseo Bolívar, un lugar lleno de recuerdos
Lleva el nombre en honor a la calle donde discurre. Allí están los helados de las monjitas, el parque, la iglesia, un colegio y el Gobierno parroquial
El recuerdo es vívido en la memoria de Oswaldo Aizaga. Decenas de escolares, bien uniformados caminando por el Paseo Bolívar de Pomasqui, en el norte de Quito.
Siempre haciendo fila en los helados de las monjitas franciscanas. “Había dos colegios: el Quiteño Libre para varones y el Marieta de Veintimilla para las niñas”, describe el creador del himno a esta parroquia.
Aunque Aizaga no es oriundo de Pomasqui, siente como si lo fuera. Ha vivido los últimos 45 años allí y conoce su historia como la palma de su mano.
Todo lucía muy distinto cuando recién casado se mudó a la casa de su esposa, ubicada en las calles 24 de Mayo y García Moreno. “Era director de la escuela María Elena Salazar, en el barrio Las Tolas. Allí también viví por un tiempo. Luego me fui a San Antonio hasta que pude tener mi casa”, relata.
Según Aizaga, el Paseo Bolívar lleva su nombre por la calle en la que se levanta. “No hay una razón en particular. En todo pueblo del país siempre hay una calle Bolívar y una Sucre”, dice.
Trasnochadores y bohemios
Pero sea cual sea el origen de aquel lugar, que concluye en la iglesia central, lo que viene a la mente de los pomasqueños es una callecita de tierra. “La leyenda dice que en plena esquina de la Bolívar y 24 de Mayo aparecía la viuda para dar una lección a los trasnochadores y bohemios”, señala Aizaga.
Cuenta que el parque fue creado en 1960, pues antes era una placita en la que se asentaba una feria informal.
La iglesia original fue construida en el siglo XVII. Sin embargo, los temblores destruyeron la estructura casi por completo. En 1924, el sacerdote y arquitecto italiano Pedro Bruning restauró la fachada.
El proyecto turístico
Jaqueline Castro, presidenta del Gobierno Parroquial, explica que la pandemia afectó a los negocios del lugar, por lo que hoy se ha planteado estrategias para reactivar el turismo.
Pomasqui también es conocida por su gastronomía. Allí se prepara fritada, pristiños, helados de paila, espumillas, pollos puebla y demás.
Aunque Castro tampoco nació en la parroquia, asegura que no es necesario ser oriundo de un lugar para amarlo. Uno de los puntos turísticos que destaca es el barrio El Común. Allí habita la familia Sigcha, conocida como los Chucchurillos. Ellos se dedican a la fabricación de esculturas de madera y a la producción de chaguarmishque, una bebida que sale del penco.
Segundo es el líder de la dinastía, conoce de memoria el cerro Catequilla, de donde saca la miel. Él intenta mantener el legado de su padre.
La Rosa Mística y su templo
Al final de la calle Bolívar, ubicada en el cerro Casitahua, se encuentra un mirador. Desde allí se puede ver la capilla construida en honor a la Virgen de la Rosa Mística, protectora de los fieles de Pomasqui.
“Fue levantada con las piedras de las canteras del sector”, narra Juan Muriel, vecino del sitio. Una cruz de casi diez metros de altura corona la capilla y es muy apreciada por los visitantes. Las cúpulas fueron construidas con pequeñas piedras del río.
Desde el mirador se pueden distinguir varias elevaciones de Los Andes, como el Pichincha, el Cotopaxi y el Cayambe. También se pueden ver los valles de Calderón y Tumbaco, en el norte de Quito.