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Las creencias e incluso las prácticas diferentes pueden causar conflictos en las relaciones.Pixabay

Convivencia: cuando la religión divide a las parejas 

Psicólogos y líderes espirituales advierten que se pueden dar conflictos entre esposos con diferentes creencias y provocar confusiones en los hijos 

Las creencias religiosas diferentes podrían llegar a ser un problema dentro del hogar, porque se podrían presentar peleas o gritos entre esposos, y hasta el riesgo de quebrantar la unidad familiar, manifiesta el pastor Marco Campoverde.

La cosa se complica más cuando ambos están ‘metidos’ en su religión y no quieren ceder. “En mi experiencia personal, muchos se han sometido a su pareja, pero llevar de manera devota sus creencias es difícil. Y la mayoría de los vástagos abandonan la fe completamente y se vuelven escépticos. No le pase el problema a sus hijos, sea sabio y enseñen una sola religión; pónganse de acuerdo al respecto de la instrucción de ellos”, sostiene el líder espiritual, quien dice que es mucho más 'fregado' cuando uno de los dos pertenece a alguna secta.

Para el vicario de Daule, Omar Mateo, es posible que la relación dure, siempre y cuando los dos se propongan respetarse, independientemente de sus creencias. “Cuando se tolera al otro, aunque no se crea ni opine igual sobre determinados temas y se lo valora por lo que es, puede construirse una relación estable”, expresa.

“La Iglesia, aunque desaconseja la relación con una persona de otra religión, no lo puede prohibir porque se tiene el pleno derecho de casarse con alguien que profesa otro credo. Lo que hace el ministro antes del matrimonio es asegurarse que no va a haber interferencia e irrespeto a la fe de la pareja y que los hijos sean educados en la fe católica. Si esto se cumple se garantiza una convivencia pacífica”, menciona el sacerdote.

El clérigo considera que la religión no debe coartar a la persona, alejándola de sus lazos familiares y sociales, sino que más bien los debe fomentar.

El psicólogo clínico Jonathan Suárez asegura que hay ocasiones en que sí han funcionado porque uno de los dos se adapta a la religión del otro. “Por querer agradar al otro renuncia a su propia religión y a su práctica, totalmente”, precisa.

Asimismo añade que los hijos de esta relación pueden crecer reprimidos, con baja autoestima, pueden caer en la religiosidad y no en una fe genuina (una cosa es la tradición y otra la convicción o conversión); lo más probable es que estos lleguen a decepcionarse.

Tantas doctrinas pueden desorientar a los muchachos. Ellos se preguntarán… ¿a quién le hago caso, a papá o mamá?, lo cual generará un sentimiento de frustración. “Que los progenitores sean maduros y que sepan respetar los espacios, dentro de lo que su dogma se lo permita”, indica Suárez.

Para su colega, Magali Piedrahíta, la desorientación de los hijos trae graves consecuencias como escasez de liderazgo y falta de respeto a los patrones de conducta de los padres. “De igual manera se puede desarrollar la codependencia”, concluye la experta en salud mental.