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¡Un amor de Récord Guinness!
La pareja más longeva del mundo tiene 5 hijos, 11 nietos, 21 bisnietos y 9 tataranietos, que por la pandemia no han podido verlos. Cuentan su secreto
Caminan despacio y con la ayuda de sus hijos. Julio César Mora y Waldramina Quinteros nunca han pensado en divorciarse en los 86 años que llevan de casados.
Esta unión y la cantidad que suman sus edades –214 años– los hicieron ganar el Récord Guinness a la pareja más longeva del mundo y recibieron la notificación hace cinco días. Inscribirlos fue una iniciativa de sus cuatro hijos.
Viven en Quito, en una casa esquinera de las calles Mosquera y Versalles, en el centro norte. Allí son cuidados por Cecilia, una de sus hijas que es médico.
Sin embargo, han pasado tristes los últimos meses, pues la vivienda no se ha llenado con sus 11 nietos, 21 bisnietos y nueve tataranietos que los visitaban con frecuencia. “Papá no entiende de la pandemia, piensa que no han venido porque no quieren”, dice Cecilia.
Lúcidos e impecables
La pareja recibe a los periodistas con sus mejores galas. Julio, de 110 años, con un terno beige impecable, y Waldramina, de 104 años, con un vestido gris y un collar de perlas. Se dan un beso...
Waldramina está lúcida, sigue siendo una ávida lectora de libros y periódicos. Aunque su hija censura los últimos, porque “las malas noticias la ponen mal”. Su esposo casi no entiende lo que sucede a su alrededor. “Te conozco, pero no me acuerdo quién eres”, les dice a sus familiares. Lo que sí se recuerda es su nombre completo.
Un amor prohibido
Ambos llegaron a la capital para estudiar y ser profesores. Él con los Jesuitas y ella en el internado que funcionaba en el Colegio Manuela Cañizares. Sus familias se conocieron, pero no se llevaban muy bien. De hecho, los primeros años de relación fueron a través de cartas.
“Él escribía muy bonito y eso me ayudó para hacerle caso”, dice Waldramina con ritmo muy pausado.
Tenían un celestino que les llevaba las cartas. Finalmente se casaron en 1934 en la iglesia de El Belén, en el Centro Histórico. Su primera vivienda fue en San Roque. Trabajaron para sus cinco hijos, aunque uno falleció hace varios años de un paro cardíaco fulminante.
La esencia
Raúl Córdova, primer nieto de la pareja, recuerda que nunca los han visto peleándose o gritándose. “Si había problemas se iban a su cuarto y lo resolvían hablando”, comenta.
Él tiene 59 años y toda su juventud la pasó en casa de los “abuelitos amor”, como les dice.
Julio se incomoda con los flashes de las cámaras y pide que lo lleven a su cuarto. Su esposa se queda en el sofá y dice que su secreto es el respeto mutuo y la disciplina.
Lo repite varias veces y Cecilia lo corrobora: no hubo un solo día en el que no se haya comido nutritivo y a las horas en ese hogar.
Cecilia Mora
Por eso no tienen problemas de salud graves. Por ahí una artrosis que ha hecho que la movilidad de Waldramina disminuya.
Sin embargo, ella habría preferido pasar desapercibida, manifiesta. Que no haya tanta gente interesada en su historia, que ya no quiere vivir demasiados años más.
Sus hijos están orgullosos de la relación de ambos, guardan las fotos de antaño y los poemas que Julio le escribía a su esposa. Los recitan, se los saben de memoria. Esperan la llegada de la placa que los acredita como los ganadores del Guinness.