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Papo vivió 'siempre alegre'
Dos hipótesis se manejan ante crimen de artista salsero: problemas por un desacuerdo de pago o una motivación sentimental
Casi sin darse cuenta, la mujer de cabellera roja suelta una frase que suena como la conclusión más amarga de su vida. “Uno ve la cara, pero no los corazones de la gente”, dice apenada Emma Carolina Vásquez Bohórquez, intentando analizar por qué mataron a su único hijo, dejándolo abandonado en el portal de una casa.
Para contestar esa interrogante quizá pase algún tiempo. Lo que tarde la justicia en descubrir quiénes y por qué razón le dispararon a Papo Riviera, como popularmente era conocido Leonardo Enrique Castro Vásquez, de 30 años y quien no solo salió de las entrañas de su madre, sino que también heredó de ella el canto como vocación artística.
Aquella pasión lo condujo a la última presentación. Él salió de su vivienda el pasado sábado 31 de octubre a las 18:00. Y nueve horas después murió supuestamente a manos de unos conocidos, quienes lo contrataron para que les amenice la fiesta que tenían en un domicilio en la etapa Príncipe Felipe, ubicada en la urbanización Villa del Rey, en el cantón Daule.
La algarabía acabó a las 03:00 del domingo 1 de noviembre, instante en el que, tras un pleito, al bohemio joven le propinaron un tiro en la cabeza. Tragedia de la que Emma fue la última en enterarse.
“La tarde del domingo me sorprendí porque unos compañeros músicos me escribieron para preguntar qué pasó con Papo y decían que sentían mucho lo que había pasado”, cuenta.
No entendía de qué le hablaban. Finalmente su nuera fue quien se encargó de informarle la tragedia.
La también cantante se comunicó con la Policía y, tras ver unas fotos, pudo reconocer el cuerpo de su hijo, el cual quedó tirado junto a unas sillas bajo una carpa plástica, en la parte delantera de la propiedad donde hizo gala de sus dotes vocales por última vez.
Antes de dirigirse a su cita musical, Papo fue a una peluquería para ‘guapearse’. Allí tardó unas dos horas, aproximadamente. Una vez desocupado, a las 20:00, fue a la casa donde tenía la ‘chamba’, llegando 60 minutos después.
De acuerdo a las indagaciones hechas por la Policía, el bullicio reinaba en la farra. Por tal motivo los guardias de aquel lote residencial les llamaron la atención a los fiesteros, pero el alboroto no cesó. Incluso los parranderos lanzaron juegos pirotécnicos, detalló el coronel Iván Molina Delgado, jefe policial del distrito Daule.
Por el estruendo de los petardos, los vecinos no se percataron de la muerte violenta. Por eso la alerta fue comunicada a los uniformados a las 05:30, más de dos horas después del hecho.
La vivienda había sido alquilada tiempo atrás por un ciudadano. Este, a su vez, le subalquiló la casa a una pareja. Las tres personas estaban en la parranda y fueron con quienes, al parecer, Papo tuvo una riña. Molina refiere que tienen dos hipótesis de qué pudo haber provocado el ‘pito’.
“No tenemos claro si la motivación fue por un desacuerdo en el pago o si existiría algún tipo de motivación sentimental. Es decir, que el chico tal vez haya estado cortejando, o molestando a una de las mujeres que estaban ahí”, explica el oficial. Esta última teoría ‘flota’ en el aire al haber encontrado restos de cabello femenino en una mano del artista.
La víctima cantó toda la noche y, además, habría compartido el agasajo con el público. En el lugar ya lo conocían, añade el coronel.
El cadáver de Papo tenía un solo disparo, con orificio de entrada y salida en la cabeza. La bala ingresó de derecha a izquierda, indica Molina. El impacto se perpetró con una pistola de calibre 9 milímetros y se hallaron tres vainas percutidas en el sitio.
Cuando los agentes arribaron, el predio estaba abandonado. La Policía intenta localizar a los tres ciudadanos con quienes Papo tuvo la pelea para determinar su grado de participación en el asesinato.
Molina cita que la muerte no se trató de un acto delincuencial, sino de “problemas interpersonales”. Agrega que en las 95 urbanizaciones asentadas en el vecino cantón, la violencia intrafamiliar es el problema más frecuente, que ocurre bajo el consumo de licor.
MEMORIAS DEL SALSERO
Tras la muerte de su hijo, para Emma lo más duro fue contarle lo sucedido a su nieta, de 6 años. “Es una niña inteligente. Le explicamos, pero igual fue doloroso porque lloró mucho”, lamenta.
Leonardo empezó a cantar a los 14. También tocaba el trombón y se dio el lujo de presentarse con algunas orquestas nacionales e internacionales, asegura la señora. Se dedicaba, principalmente, a la salsa y a los boleros. Lo de Papo Riviera fue en honor al salsero cristiano José ‘Papo’ Rivera.
Cuando llegaba a la casa de su madre, en Durán, a ella el día se le ‘iluminaba’. Él prendía la radio, cantaba, escribía versos y se los enseñaba. Su canción favorita fue una del fallecido intérprete puertorriqueño Raphy Leavitt, cuya letra dice “hay que pasar la vida siempre alegre, después de que uno se muere de qué vale”. El tema le fascinó porque describía su extrovertida forma de ser.
Además de cantar le gustaba cocinar. Incluso tuvo dos restaurantes. El último funcionó hasta hace cuatro años, cerca de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad de Guayaquil. Su mamá fue docente allí y junto a otros ‘profes’ iban a hacerle el gasto.
Siempre fue amiguero. Lo llamaban para pedirle que cante, que vaya a fiestas. Emma aduce que los ‘panas’ de Leonardo no andaban en malos pasos. Pero reconoce que los artistas solo conocen a una parte de las personas para quienes se presentan y no saben si las demás están ‘limpias’ o andan en pillerías.
Papo vivió su vida siempre alegre, a ritmo de salsa, hasta que una bala arruinó su canción. Emma, como buena artista, quiere saber la verdad para ponerle punto final a esta dolorosa estrofa.
SOSPECHOSO CON HISTORIAL
Entre las tres personas que la Policía busca para que rindan sus versiones sobre el caso consta una mujer de 26 años. Los otros ciudadanos son Jorge Wilmer Pastor Valverde, de 38 años, y Byron Lorenzo Vallejo Avilés, de 34. Este último es el único con antecedentes penales: cinco, entre 2009 y 2019.
Entre sus detenciones consta una por asesinato, por la que ‘pagó’ ocho años de prisión, por su presunta participación en la muerte de Walter Julio Morán López, quien fue baleado en Babahoyo el 18 de abril de 2009.
En el registro de la Función Judicial consta otro proceso por asesinato en su contra, por el que fue denunciado, según información de la Fiscalía.
Vallejo Avilés tendría relación con la muerte del empresario camaronero Jonathan Christian Jaramillo Valle, asesinado en la ciudadela Brisas de Procarsa, el pasado 26 de mayo. Por ello, el 14 de septiembre estaba prevista una audiencia de vinculación contra Vallejo, pero no existen reportes de que la diligencia se haya realizado.
Además, un sospechoso de este crimen luego fue localizado y procesado. Se trata de Christian Pastor Valverde, quien coincide en apellidos con uno de los requeridos por la muerte de Papo.