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Personaje

Él fue un referente para los marimberos.cortesía

Papá Roncón, el máximo gestor de la cultura esmeraldeña: su legado vivirá por siempre

El artista y leyenda anhelaba llegar a los 100 años; falleció a los 92. Su legado lo convirtió en un ícono. No cumplió su sueño: conocer África.

Papá Roncón quería vivir hasta los 100 años, pero la muerte se lo llevó antes. Tenía 92 y su salud estaba deteriorada por su avanzada edad. El guardián de las tradiciones esmeraldeñas murió en su natal Borbón, parroquia apacible del norte de la Provincia Verde, en donde nació su leyenda.

Pocas personas sabían que se llamaba Guillermo Ayoví Erazo. Su apelativo nació en su niñez, cuando su papá iba al río Cayapas en busca de un pez de nombre aguacuco o roncador, al cual vendía en cuatro reales en Borbón.

“Los roncadores, los roncadores”, gritaba el pequeño Guillermo por las calles de la parroquia. Al oír esto, su amigo Gilberto Martínez le puso el apodo. Cuando entró en la adolescencia su voz engrosó, por lo que el sobrenombre mutó a Roncón. Y por su trayectoria, pasó a ser conocido por todos como Papá Roncón.

Tradición

Aprendió a tocar la marimba gracias a su convivencia muy cercana con los chachis, grupo étnico que vive en la zona de selva tropical del noroeste de Esmeraldas. Incluso dominaba a la perfección el cha’palaachi, lengua de aquella etnia.

Papá Roncón fue motorista de la zona durante 30 años y gracias a eso pudo educar a sus 10 hijos, entre los que hay abogados, profesores, sociólogos e ingenieros. Durante 50 años vivió con su esposa Martha Caicedo. Tiene además 8 bisnietos y 14 nietos.

En la década de 1970 comenzó a realizar giras en el país con su grupo La Catanga, que hasta la actualidad existe y del cual ha surgido la gran mayoría de marimberos de la zona norte de Esmeraldas.

Insistía en la implementación de talleres de música tradicional en las poblaciones norteñas de la provincia, donde se mantienen la danza ancestral y la elaboración de instrumentos musicales como la marimba.

A criterio de Ayoví, estos espacios servirían para una mejor formación cultural, sobre todo para los niños desde los cinco años.

Legado

Según Mariuxi Ayoví, una de las hijas de Papá Roncón, la marimba ha conectado a todos en la familia. “Es un orgullo para nosotros. (Su deceso) Nos deja un profundo vacío”, manifestó.

Papá Roncón se va contento, por todo el legado que ha construido y le ha dejado al país. Gracias a su Fundación La Catanga, cuya sede estaba en el primer piso de su modesta casa, han nacido grupos que continúan con su legado cultural.

En su honor se han realizado un sinnúmero de reconocimientos. En Borbón, cantón Eloy Alfaro, se erige un monumento en el que se lo observa tocando la marimba. En 2011 obtuvo el Premio Eugenio Espejo, el máximo galardón nacional de las artes.

Papá Roncón le cantaba al mundo, a la gente. Narraba sus vivencias, su cotidianidad. Su mayor felicidad era su familia, sus hijos y su esposa, con quien nunca tuvo ni una sola discusión, según contaba él mismo.

El máximo gestor de la cultura esmeraldeña se va sin cumplir su deseo: “conocer África, de donde venimos”, decía Papá Roncón.