El papa Francisco lleva 37 días internado en el hospital Agostino Gemelli de Roma. Su prolongada hospitalización ha generado especulaciones sobre una posible renuncia, similar a la de Benedicto XVI en 2013, quien dejó el cargo debido a problemas de salud, especialmente graves episodios de insomnio. Sin embargo, ni el Pontífice ni la Iglesia consideran esta opción, salvo en circunstancias extremas. 

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Una posible dimisión

El propio Francisco ha admitido en diversas ocasiones que estaría dispuesto a renunciar si su estado de salud le impidiera continuar con sus funciones. En 2013, tras ser elegido papa, redactó una carta de renuncia que entregó al entonces secretario de Estado, para ser utilizada en caso de impedimentos médicos. 

En 2023 reafirmó su postura, aunque dejó en claro que solo contemplaría esa posibilidad en una situación extrema, como la pérdida de facultades mentales. Según sus propias palabras, la dimisión papal no debe convertirse en una práctica común, ya que el ministerio del Papa es "ad vitam".

Evolución de su salud

El Vaticano ha informado que Francisco experimenta "pequeñas mejoras en la respiración y la motricidad". El cardenal Víctor Manuel Fernández, jefe de la Doctrina del Vaticano declaró a medios italianos que Francisco "tendrá que aprender a hablar de nuevo y permanecerá hospitalizado por un tiempo más". Además, explicó que la rehabilitación será necesaria por los efectos de la oxigenación de altos flujos, que reseca la tos y afecta las cuerdas vocales.

A pesar de los rumores, Fernández descartó una posible renuncia y señaló que el Papa podría retomar sus actividades oficiales en Semana Santa. No obstante, aclaró que los médicos prefieren esperar y asegurarse de su plena recuperación antes de su regreso. "Está bien, verdaderamente muy bien físicamente", concluyó el cardenal.

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