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‘Paniqueados’ en el barrio 5 de Junio
Los vecinos temen que las casas abandonadas colapsen por las lluvias. Antisociales aprovechan estos espacios.
Un nuevo dolor de cabeza surge para los moradores del sur de Quito. A las cifras crecientes de casos positivos de COVID-19, la falta de reactivación económica y el incremento de la inseguridad en las calles, se suma el peligro por el colapso de viviendas y estructuras abandonadas en el barrio 5 de Junio.
Los vecinos temen por su seguridad porque, tal como pudo confirmar EXTRA durante un recorrido por la zona, hay varias casas que comienzan a desmoronarse, sin que exista una respuesta de las autoridades ni una intervención de los propietarios privados.
¿Quiénes son los dueños de las viviendas en peligro? Los moradores de este barrio popular aseguran que esas casas pertenecían a familias antiguas que, tras la muerte de los padres, empezaron una pugna por la herencia. Ante la falta de una decisión y un acuerdo para determinar quién debe asumir los gastos del predio, los lugares fueron abandonados y nadie responde por ellos.
“No se ponen de acuerdo entre herederos, nietos e hijos. Yo vivo casi 40 años aquí y en los últimos meses se ve un descuido total en el barrio”, aseguró uno de los vecinos, quien prefirió la reserva de su nombre.
Dicho descuido alarma aún más por las recientes lluvias. El deterioro de las paredes y techos provoca la caída de material en las calles y casas contiguas. En cualquier momento, señala con preocupación Gloria Llumiquinga (moradora del barrio por más de 25 años), habrá una tragedia por la falta de atención.
En las calles Ambato y Marzo, en el centro de este barrio sureño, hay propiedades que se sostienen con palos y pedazos de madera. Vecinos como Jaime Paca, que lleva casi tres años viviendo en la zona, colocaron los apoyos improvisados para que las estructuras no se desplomen.
Gloria y Jaime aseguran que han llamado a las autoridades nacionales y municipales para una intervención, pero aún no hay respuesta.
“Hace tiempo que llamamos a la policía, pero no hay nada”, lamentó Llumiquinga.
El peligro no se limita únicamente a la caída de techos y muros, sino que también hay temor de que los espacios abandonados sean ocupados por ladrones. Los vecinos se organizan para evitar que delincuentes se apropien de los lugares, pero su acción es limitada.
Jorge Simbaña, quien tiene más de 20 años residiendo en la zona, pide acciones porque en más de una ocasión han tenido que desalojar a personas que consumen drogas y licor en esas casas.
EXTRA consultó con el Municipio, pero desde ahí se informó que hay poco margen de actuación si las casas son propiedades privadas.