Paco Moncayo, de 82 años, fue alcalde de Quito por dos períodos consecutivos (2000 al 2009), diputado y asambleísta. Con 11 libros escritos sobre seguridad, recibió a EXTRA en su despacho, en el norte de la capital. Allí trabaja rodeado de sus diplomas, libros y caricaturas que hace unos 20 años le hicieron en varios medios de comunicación.

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Alcanzó notoriedad en 1995, luego de comandar al ejército ecuatoriano en la Guerra del Cenepa (conflicto con Perú). Se lanzó para las presidenciales en 2017 y perdió contra Lenín Moreno y para alcalde en 2019, no pudo con Jorge Yunda. Ahora se dedica a la docencia.

- ¿Cómo definiría la crisis en Quito?

- Todo está en crisis, pero sí hay puntos específicos, por ejemplo, esta es una ciudad desconectada. No hay soluciones viales para los valles que se van poblando más, mientras que el hipercentro está abandonado. Se debe consolidar un sistema de movilidad con el metro como pieza principal.

- ¿Para cuándo cree que por fin tendremos metro de Quito?

- Ese es un proyecto que nunca debió hacerse. Todos los expertos que traje en mi gestión determinaron que no era un proyecto para Quito. Augusto Barrera (alcalde 2009-2014) lo ofreció en la campaña sin estudios de prefactibilidad, se fue al Metro Madrid y les dijo que quería construir un metro y como (la empresa) estaba quebrada le dijo que sí. Además, fue financiado por Odebrecht.

- ¿Puede tener el futuro de la Empresa de Ferrocarriles que se fue a pique?

- No tanto así. El modelo de gestión del ferrocarril no fue sustentable porque el Gobierno lo centralizó todo. Ahora lo que se necesita es que el Gobierno también se haga cargo del subsidio. Una ciudad no puede pagar sola un proyecto así, pero ya toca hacerlo funcionar.

- ¿Por qué la ciudad está sumida en la inseguridad?

- Fueron soberbios. Nosotros trajimos expertos internacionales, pero luego decidieron que la seguridad no es competencia del alcalde y un alcalde no puede decir ese no es mi problema. La siguiente alcaldía con el socialismo del siglo XXI (administración de Barrera) creyó tener la receta correcta y desarticuló lo anterior.

- ¿Las ordenanzas de prohibición de armas blancas y regulación de motocicletas han funcionado?

- No saben qué hacer para decir que están haciendo. No se contradice, pero debe haber una política nacional de seguridad en la que todos los niveles de gobierno trabajen coordinadamente. Son medidas parche.

- ¿Se contraponen al último decreto de Guillermo Lasso?

- No y tampoco el decreto va a cambiar la situación de inseguridad. Puede ser un paliativo.

- Hace 14 años se podía portar armas ¿Hubo más violencia?

- En esa época la violencia era distinta. Se lidiaba con delincuencia común que pudo funcionar como disuasivo, pero ahora son verdaderos carteles. Son ejércitos con armas sofisticadas. Yo he manejado armas desde los 16 años, pero yo no me siento en capacidad de enfrentarme a un delincuente que no tiene nada que perder.

- ¿Ha faltado voluntad política para manejar la ciudad?

- Ha faltado preparación para una ciudad tan compleja. Debería separarse la administración política de la técnica. Para eso deberían estar los partidos políticos que ofrezcan gente especializada. Cuando fui alcalde, la Izquierda Democrática era un gran partido.

- ¿Y qué pasó con la Izquierda Democrática?

- Lo que ha pasado con todos los partidos. El movimientismo desarticuló la política comprando firmas y alquilándose en elecciones. Ahora hay demasiada disidencia porque no hay afinidades ideológicas reales.