Orellana se ha convertido en el epicentro de las actividades de grupos ilegales armados (GIA), en su mayoría ligados a las disidencias de las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). En este 2024 se han registrado cuatro casos importantes en los que resonaron los ‘guerros’.

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El más reciente se dio este 29 de febrero en el cantón Joya de los Sachas, sector Guayusa, donde los soldados encontraron un campamento de los GIA con 20 carpas estilo militar, 14 colchones, radios portátiles y más evidencia.

Sin embargo, no hubo personas detenidas. Para los habitantes es preocupante porque la provincia está relativamente alejada del borde fronterizo (cerca de 100 kilómetros en línea recta), lo que da cuenta del nivel de penetración de estas células armadas.

¿Quiénes son? Según Human Rights Watch (HRW), organización defensora de derechos humanos, en el Putumayo colombiano, en el límite con Sucumbíos, operan dos grandes grupos armados: Comandos de la Frontera y el Frente Carolina Ramírez.

Estos se formaron como disidencias de las FARC, es decir por guerrilleros que se desmovilizaron de sus filas tras los acuerdos de paz de 2017 y decidieron seguir con las actividades ilícitas.

Mario Pazmiño, coronel del Ejército en servicio pasivo y exdirector de Inteligencia militar, explica que Comandos de la Frontera tiene mayor injerencia en nuestro país, especialmente en la zona oriental. “Orellana se encuentra justamente en la ruta amazónica de tráfico de drogas, pero también es un punto importante de la minería ilegal”.

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Y Pazmiño no se equivoca. El último campamento intervenido por las Fuerzas Armadas en Joya de los Sachas, durante este jueves, estaba destinado a actividades mineras ilícitas, informó la institución castrense luego de la destrucción de este lugar.

Un sitio parecido se encontró el 15 de febrero, en el sector Alto Punino, donde se identificó a gente de la disidencia de las FARC, asimismo dedicada a la minería ilegal. En el enfrentamiento murió uno de estos desmovilizados.

Pazmiño indica que estos criminales colombianos no operan solos, sino que tienen la complicidad de grupos terroristas ecuatorianos, catalogados así luego de que el presidente Daniel Noboa les declaró la guerra y para combatirlos movilizó a la Policía, pero en mayor medida a las FF. AA., desde enero.

Según Insight Crime, centro de investigación y periodismo latinoamericano, hasta 2023 en Sucumbíos se detectó la presencia de Los Choneros, Los Tiguerones y Los Lobos. En Orellana, hasta ese año, aparentemente no había injerencia de estos narcogrupos.

Sin embargo, una pugna de territorio se estaría viviendo en esta última provincia en lo que va del año. La mayor prueba de ello fue la matanza de siete hombres que vestían uniforme militar y cuyos cadáveres fueron encontrados en una camioneta en Lago San Pedro, en Joya de los Sachas, el 27 de febrero pasado.

La Policía indicó que todos los asesinados formaban parte de un grupo terrorista, sin especificar el nombre. Cuando ocurrió este hecho, Henry Coral, jefe de Policía de Orellana, ratificó que la masacre se dio por una lucha territorial entre mafias.

De ser así, se confirma también lo que dijo Mónica Palencia, ministra de Gobierno, durante una entrevista televisiva. Luego de la declaratoria de guerra interna, en Ecuador se está viviendo una migración del delito a diferentes partes.

La presencia del cartel de Sinaloa

Dos simples gorras encontradas por el Ejército ecuatoriano durante una allanamiento a una casa en Putumayo, Sucumbíos, serían la pista para saber qué mafia mexicana opera en la frontera con Colombia.

El pasado 22 de febrero los soldados decomisaron grandes cantidades de combustible en El Palmar, parroquia putumayense, la cual se usaría para el procesamiento de droga. Entre las evidencias estaban aquellas prendas con las insignias del cartel de Sinaloa.

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