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Vicente y sus amigos preparan arroz y avena en una fogata. Allí se levantaron nueve carpas con lonas y plásticos viejos.Karina Defas

¡La necesidad ‘duerme’ en carpas!

Al menos nueve familias ecuatorianas viven en el parque El Arbolito de Quito. Cocinan con leña y pasan noches de frío con las pocas cobijas que tienen

Un hombre de cabello largo pelotea en lo que sería el patio central de un campamento de lonas y plásticos. No quiere hablar.

Quien sí conversa es Vicente, un hombre con acento costeño que prepara colada de avena en una fogata. Lava los trastes con el agua de una caneca amarilla. “Allá hay un grifo de agua”, dice señalando hacia la parte norte del parque El Arbolito, ubicado en el centro-norte de Quito.

Es prácticamente un pequeño ‘condominio’ con personas que intentan sobrevivir con las donaciones de algunas fundaciones, pero lo que quieren es tener un techo que con el viento no corra peligro de volarse y una cama que no se pierda con las hierbas crecidas del parque. Un lugar donde la lluvia no sea un peligro inminente, lejos de los delincuentes que han intentado atacarlos, cuenta.

Vicente tiene 35 años y antes de la emergencia sanitaria por el COVID-19 hacía teatro callejero y dormía en hostales. “Yo estaba bien, pero como la gente ya no puede aglomerarse acabó todo”, indica.

Con él vive una mujer y dos perros. Negra es quien ladra a cualquier extraño que intenta acercarse. Él la calma e invita a pasar a su ‘sala’.

Algunos quieren volver

La mayoría de ocupantes son de nacionalidad ecuatoriana.Karina Defas

Las casuchas fueron improvisadas con los desperdicios que encontraron en la calle. En otra de ellas sale humo (también preparan el almuerzo). Tres hombres y una mujer se turnan para cortar las verduras en una tabla vieja y ponerlas en la olla.

“Yo quiero regresar a Quevedo, aquí no tengo familia y la pandemia me agarró en Quito”, dice Jean Carlos, de 20 años. Él trabajaba como obrero en la Amazonía y cuando salió no sabía la situación sanitaria del país.

En ese espacio hay nueve carpas y, según dice, en cada una duermen cuatro personas. Solo adultos.

La mayoría son ecuatorianos, pero también hay colombianos y venezolanos. No se conocían desde antes, sino que fueron llegando uno a uno en busca de un lugar para dormir, por lo menos hasta que la emergencia por el coronavirus pase.

“Yo cuidaba niños, pero ahora nadie me deja entrar a sus casas por el virus. Solo me quedé en la calle”, comenta Viviana, una colombiana que llegó a la capital hace tres años. De todas formas dice que, pese a la pobreza, la situación que atraviesa en este país es mejor que la violencia que vivió en Colombia. “Hasta me quieren matar por allá”, expresa.

Intervenciones

A unos cuantos metros de allí se instaló un albergue para personas en situación de calle hace algún tiempo. El objetivo era protegerlas del contagio de COVID-19, por ser además una población vulnerable. Ellos se acercaron, pero les dijeron que no había lugar, según Viviana y Vicente. Y hoy ya no está.

El Patronato San José, institución a cargo del proyecto, informó a EXTRA que el albergue se trasladó el 5 de junio a la Casa del Hermano, en el centro de Quito, porque venció el tiempo de ocupación del espacio establecido por la Casa de la Cultura Ecuatoriana.

Además, el jueves pasado este grupo de personas fue intervenido para que puedan acceder a los beneficios de un albergue, pero aparentemente ellos se negaron.

Desempleo y pandemia
​De acuerdo con datos del Ministerio de Trabajo, durante la pandemia 180.852 personas se han quedado sin trabajo.
De estas, 15.724 han sido por despido intempestivo; 16.874 por la aplicación del artículo 169, que alega caso fortuito o fuerza mayor (en la que no existe indemnización al trabajador); y 100.797 por acuerdo entre las partes. Estas cifras tienen corte al 15 de junio.