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El innovador emprendimiento en miniatura de un guayaquileño que se destaca en Urdesa
Juan Ramón de 62 años es comerciante y su lugar de trabajo ha sido el mismo desde hace más de dos decadas
Desde hace más de 20 años, en la calle Quinta y avenida del Rotarismo, en Urdesa, al norte de Guayaquil, Juan Ramón coloca con total tranquilidad juegos de muebles, camas y literas en toda la esquina.
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Ah, pero no se preocupen, lo suyo son apenas miniartesanías que no estorban en nada a quienes pasan por el lugar. Como a todo buen ‘guayaco’, a Ramón, de 62 años, le gustó desde pequeño el comercio y ver la satisfacción de sus clientes cuando se llevan algún producto de su interés.
“Comencé vendiendo lotería en esta misma esquina, pero vi que allí no había futuro, por eso me dediqué a vender escobitas y las palitas; esos dos productos vendía bastante”, explica el hombre, mientras está atento cuando el semáforo se pone en rojo, pues ahí es cuando muchos le preguntan desde los carros por sus productos.
“Un día fui a La Libertad, en Santa Elena, y vi a unos familiares que estaban haciendo estas camitas y literas, me llamó la atención y les dije: ‘¿Cómo hablamos?’ Les propuse que me las vendan, luego me las traje a Guayaquil, primero fueron 20 camitas”, recuerda.
Hasta el taller de su tío en La Libertad, donde se elaboran estas minipiezas, él suele llegar para ‘meter mano’ y agilizar el proceso. “Yo también le ayudo a lijar y a ponerle brillo a las cosas”, agrega.
Su esquina, la estratégica
Ya sobre su ‘estrategia de negocio’, Juan Ramón cuenta que la esquina de Urdesa donde se ubica es bastante estratégica, porque es de alto flujo vehicular y eso le potencia las ventas. “La gente pasa despacio para ver qué es lo que vendo; o cuando pasan del lado de al frente y me señalan, tengo que ir corriendo para consultarles cuál producto desean que les muestre”, explica.
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De allí que, admite, “soy bastante conocido en el sector y si llego a cambiar de puesto lo más probable es que no me encuentren y sería volver a empezar de cero”. La dueña de casa aledaña donde Juan se sitúa le ha cedido un lugar para guardar su mercadería y así no se le dificulte trasladarse con todos sus productos en transporte público, ya que recorre una gran distancia hasta llegar allí. Además, le brinda almuerzo todos los días y agua para que pueda trabajar sin problema alguno.
Innovar ante la tecnología
No todo ha sido bueno para el negocio de Ramón, ya que comenta que “la tecnología ha influido bastante” en el nivel de las ventas de sus productos. Por esa razón, innovó en vender ‘mapos’ o trapos de limpieza, para que llame un poco más la atención de los transeúntes. “El mes que más se vende es diciembre”, señala el comerciante. “Eso es por los regalos de Navidad y Año Nuevo, e incluso se llega a vender hasta el Día de Reyes”.
Las ‘minicamas’ vs. las camas estándar
Sus productos están hechos con ‘palo de vaca’, reconocido material por su durabilidad y resistencia. Los cojines y colchones son formados por una tabla a la que se le coloca un trozo de esponja envuelta en una tela.
Las artesanías que exhibe Ramón llaman la atención por su tamaño en ‘chiqui’. Es que, por ejemplo, mientras una cama de dos plazas mide alrededor de 1,90 metros de largo por 1 metro de ancho, las camas que él vende apenas miden 25 centímetros de largo por 13 cm de ancho.
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