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Niño 'lloró' sangre en Guayaquil: su familia pide apoyo económico
Dos integrantes de la familia Vélez Morán padecen de enfermedades raras: hemofilia tipo A y dermatitis atópica causada por alergia. Necesitan ayuda
Una de las noticias más tristes que ha recibido Edith Morán, madre de familia de 25 años, ha sido que uno de sus hijos, Eithan, de apenas 10 meses, “no va a poder hacer su vida normal”. “Él padece de hemofilia tipo A y los doctores me dijeron que voy a tener que cuidarlo hasta de una caída mientras aprende a caminar”, relata la madre, desesperada por la salud de su pequeño.
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La preocupación de Edith empezó en marzo de 2024 cuando el pequeño Eithan Vélez, en ese momento de 3 meses, lloró un líquido rosáceo que fue evolucionando hasta convertirse en rojo intenso. “Nos dimos cuenta (ella y su esposo) de que el bebé estaba llorando sangre porque cuando las lágrimas ya se le secaban, en la carita quedaban las costras de la sangre”, detalla en cuanto al padecimiento.
Inicialmente, el cuadro de su bebito no los atemorizó porque él se había contagiado de conjuntivitis (inflamación causada por una infección en la membrana conjuntiva del ojo) e imaginó que las lágrimas rosadas eran normales después del tratamiento y cuadro infeccioso. Sin embargo, le puso mucha más atención cuando los síntomas no cesaban.
Ella cuenta que recurrió al Seguro Social, ya que sus dos hijos, Eithan y Dante, de 4 años, están incluidos en la cobertura de su papá, quien es afiliado. “Primero no pudieron verlo porque, a pesar de que estuve algunas horas, él niño no lloró y ni parecía que estaba enfermo de lo risueño que es. Así que me mandaron a la casa, pero me pidieron que le tomara fotos cuando esto sucediera otra vez”.
Es así que pocos días después, cuando el bebé botó unas pocas lágrimas aprovechó para fotografiarlo, para que los médicos entiendan lo que su hijito presentaba como síntoma de alguna rara enfermedad.
“Otra vez pasé horas de horas esperando atención y el niño se me hizo popó. Cuando lo cambié, vi que en medio de sus heces había sangre y me asusté”, recuerda.
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Rápidamente, le solicitaron realizarle exámenes fuera (ya que el hospital no contaba con los reactivos, según lo que comenta) para determinar qué tipo de padecimiento tenía Eithan. De entrada le advirtieron que podría ser algo grave y que su hijo tal vez presentaría algún padecimiento condicionante.
Su semblante cambió; la tristeza y ansiedad la vencieron, además de la incertidumbre de con qué dinero pagaría los exámenes. “Fuimos a preguntar al único laboratorio que podía hacerle esos exámenes y pasaban de 100 dólares (151,17 dólares, para ser precisos). Vimos qué hacíamos, cómo ganábamos el dinero extra y los pagamos”.
Los exámenes arrojaron que Eithan tiene hemofilia tipo A, una enfermedad que evita que su sangre se coagule como debería.
“Ahí fue cuando me dijeron que mi hijo no podría hacer la vida de un niño (normal). Para él, una pequeña cortada podría transformarse en hemorragia. Imagíname a mi sola, sin mi esposo, cargando a un bebé enfermo y enfrentándose a esa noticia”, se lamenta.
Pero ahí no acabó el ‘corre corre’ en los hospitales. Semanas después, Dante, su otro hijo, empezó a presentar ronchas en su piel que primero fueron tratadas como sarna. “Me enviaron una receta y la compramos haciendo todo el esfuerzo del mundo, pero nada que se le quitaba; así que tuve que pagar otra consulta porque, así como en el caso de Eithan, el IESS no me atendió rápido”.
Otros gastos en los que incurrieron Edith y su esposo fueron en el alquiler de un departamento al que no llegue el polvo, la compra de un nuevo colchón y el desalojo de muchos de los juguetes de ambos niños. “Fue un gasto súper grande y el único que trabaja es mi esposo, ganando el básico”.
En el segundo diagnóstico de Dante, el médico le mencionó que podría ser dermatitis atópica, enfermedad de la piel causada por una alergia que, en el caso del menor, aún no ha sido descubierta. “Para eso es para lo que necesitamos ayuda”, dice Edith.
Su familia se sustenta solo con lo que aporta su esposo, ya que ella, por estar pendiente 24/7 de sus pequeños, no ha podido trabajar como solía hacerlo. “Son dos exámenes de más de 100 dólares cada uno y aparte las consultas de los dos. Ya no nos alcanza el dinero y me desespera saber que las ronchas de Dante hasta se le llenan de pus cuando no se tratan a tiempo”.
Para los niños, las enfermedades no existen. Sus sonrisas y su dulzura hacen que su mamita se olvide, aunque sea por un minuto, de todo. “Ni pareciera que tienen algo que los aqueja”, finaliza esta madre de familia.
En caso de querer ayudar a la familia Vélez Morán se puede comunicar al 099-302-7890. Los niños, además, requieren de suplementos básicos.
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