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La música callejera vuelve a las esquinas del Centro Histórico de Quito
Este Diario recorrió la mañana de este 30 de junio el casco antiguo, donde varios artistas, con sus instrumentos, deleitan al público.
Al ritmo de San Juan-San Juan, Bachatas y Reggae, en medio de peatones y ventas ambulantes, se abren paso los artistas de la calle, en Quito. Con sus instrumentos y su voz, ellos entonan melodías para el deleite de las personas que circulan por el Centro Histórico.
Segundo, de 64 años, es uno de los cantantes. Debido a la pandemia por el COVID-19 se quedó en su casa casi tres meses. Pero fue el semáforo amarillo el que le regresó la esperanza y el impulso para dejar su hogar, en el norte de la ciudad, y volver a su entrañable esquina de las calles Sucre y García Moreno.
“Los pocos ahorros se terminaron y no hay para la comida. No puedo darme el lujo de quedarme en casa y esperar. Aunque sé que corro peligro”, expresa el hombre, vestido con un pantalón azul y una leva gris. Muy formal para la ocasión.
Las moneditas que le daban se las guardaba en el bolsillo interno de su chaqueta.
Más adelante se escucha un ritmo mas movido. Es Marwin, un artista extranjero que encanta al público a punto de Reggae. Se emociona cuando escucha el sonido de las monedas caer en su botella de plástico.
Unas cuadras más al norte, en la calle Cuenca, un par de amigos, José y Jairo, nacidos en Colombia, entonan una popular bachata. Sonaba “Tengo un Dios admirado en los cielos, y su amor es espíritu santo...” Es la canción Avispas, de Juan Luis Guerra. E inunda aquella esquina.
Jairo tiene discapacidad. Pero eso no lo detiene. Canta con emoción y agradece que los policías metropolitanos no lo hayan desalojado de ese espacio. Continúa con ese ritmo pegajoso, aunque admite que por la pandemia la gente los mira de lejitos. Y lo poco que recolectan es para comer a diario.
Cerca de allí, en las calle Venezuela, el dúo Patricio y Yolanda, con acústica, micrófono y parlantes, ponen a bailar a los transeúntes, que al verlos no se resisten y de sus bolsillos sacan -aunque en esta crisis- unas moneditas que contentan a estos dos artistas en una mañana soleada de Quito.