Exclusivo
Actualidad
Mujer venezolana se perdió en Ecuador en su viaje a Perú
Se trata de una madre, de 52 años, quien iba a encontrarse con su hija. Por ahora, no hay señales de su paradero.
Franyelli Espejo ha tenido que reprimir el abrazo que iba a darle a su madre Zugeli Rondón, a quien vería tras estar cinco años distanciadas. Pero el destino pretende mantenerlas separadas luego de que Rondón, de 52 años, desapareció en Ibarra, Imbabura, mientras viajaba con destino a Perú desde su natal Venezuela.
En territorio peruano la esperaba Espejo, quien tomó la iniciativa de llevar a su madre. Por eso la joven, de 28 años, se contactó con unas personas que le cobrarían 350 dólares para trasladarla.
“La idea era que este ‘asesor’ embarcara a mi madre en un bus. En cada parada que hiciera, él debía comunicarme cuál era la situación de ella”. El 8 de abril, Rondón salió de Caracas para recorrer Colombia y Ecuador con destino hacia Perú (ver infografía).
La desaparición
Ya en suelo ecuatoriano, Rondón fue embarcada en un bus que la llevaría desde Carchi hasta Huaquillas, en El Oro, y así cruzar la frontera sur. Pero en Ibarra empezó la pesadilla.
“Mientras estaba en el bus, mi mamá tuvo un altercado con una paisana. El chofer y las demás personas creyeron que (Rondón) estaba loca”, dijo Espejo.
Ese fue el motivo para que a la extranjera la bajaran del autobús. El problema es que Rondón no tenía celular y nunca pudo contactarse con sus parientes ni tampoco con los supuestos asesores que le organizaron todo el recorrido, para contarles lo sucedido.
El 13 de abril, un hermano de Espejo recibió un video en el que se veía a la señora discutiendo. “Lo único que supimos es que mi mamá posiblemente se quedó por allá (en Ibarra)”.
La joven viajó desde Perú hacia Imbabura para buscar a su progenitora, pero no obtuvo resultados. Pusieron una denuncia en Fiscalía, pero tampoco se ha avanzado mucho.
Ahora Espejo está en Quito porque, luego de difundir la imagen de Rondón en redes sociales, le dijeron que posiblemente fue vista en la capital.
“No pienso en lo que pudo haber pasado porque no dejo de llorar”, exclamó la chica, mientras guarda, aún, el abrazo que le dará a su madre.