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Matanza en Paraíso de la Flor: El desgarrador relato de la madre de estudiante asesinado
El adolescente no tenía clases, pero acompañaba a su hermano menor al colegio. Puso su cuerpo para salvarlo de las balas. Soñaba con ser militar
Dylan, un adolescente de 15 años y una de las cuatro víctimas mortales de la masacre ocurrida el martes 15 de octubre en el bloque 5 de Paraíso de la Flor, en el noroeste de Guayaquil, soñaba con terminar sus estudios secundarios e ingresar a las Fuerzas Armadas.
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El menor de edad cursaba el décimo año de educación básica en un colegio del distrito Nueva Prosperina, el segundo sector con más muertes violentas en la Zona 8, que ya contabilizaba 290 asesinatos entre el 1 de enero y el 18 de octubre.
Aquella mañana, Dylan no tenía clases porque su maestra había informado que no asistiría. Sin embargo, el quinceañero se levantó temprano para acompañar a su hermano menor, de 10 años, al colegio.
Juntos, abordaron una tricimoto a una cuadra de su casa, ubicada en el bloque 4 de Flor de Bastión. Estaban a mitad de camino cuando unos sujetos en motocicletas emboscaron tanto el vehículo en el que viajaban ellos como a otra tricimoto. Los conductores de ambos vehículos fallecieron, y otro pasajero, con dos estudiantes más, resultaron heridos.
“Él no fue a clases ese día porque su maestra no iba. Aun así, me dijo: ‘Mamita, yo llevo a mi hermano y regreso’. Planchó su uniforme y lo dejó listo sobre la cama... aún está ahí, no he tocado nada. No puedo asimilar que mi hijo no volverá”, expresó su madre, con la voz quebrada por el dolor.
Dylan recibió cuatro disparos: uno en el tórax y tres en la cabeza. Los atacantes utilizaron pistolas para perpetrar el crimen.
Protegió a su hermanito
La madre del adolescente estaba en casa con sus otros dos hijos pequeños cuando escuchó a su hijo de 10 años regresar, gritando desesperado: “¡Mataron a Dylan, mamá, mataron a mi hermano!”. Desesperada, corrió al lugar donde estaba su hijo e intentó trasladarlo a una casa de salud, pero lamentablemente, falleció en el camino.
“Mi hijo siempre me decía que quería ser militar para protegernos de la delincuencia, y terminó siendo víctima de esa misma violencia. Él con su cuerpo protegió a su hermano, para que no lo alcancen las balas. Era un niño tranquilo, buen estudiante. Su muerte me ha dejado un vacío inmenso, con él aprendí a ser mamá”, recordó su progenitora, llena de tristeza.
Después de la tragedia, en el colegio donde Dylan estudiaba, se suspendieron las clases, ya que muchos padres decidieron no enviar a sus hijos por temor a la inseguridad que sacude la zona.
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