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El dulce más amargo
La droga llega hasta los estudiantes camuflada en forma de ‘brownies’. Una simple barda separa dos mundos en la Estatal: el del estudio y el del vicio.
Consumir deliciosos bizcochos de chocolates en la universidad, cuando hay horas libres, es la opción de muchos para calmar el hambre. Pero ¿compara los bocados con droga? Al menos eso es común en la Universidad de Guayaquil.
Los ‘happy brownies’, una combinación de los pequeños cakes de chocolate mezclados con ‘cripy’ (marihuana con químicos), se comercializan a cinco dólares en la ciudadela universitaria, especialmente en el estrecho puente lineal.
Fernando se alimenta de aquellos, él cree que el brownie -que puede adquirirse por pedido- no es malo mientras no se lo consuma excesivamente. Además de barato, sus efectos se mantienen hasta por cinco horas. A él lo relaja.
¿Quiénes los venden? Algunos. Entre ellos, ‘el Negro’. Así lo aseguró a EXTRA un joven consumidor, quien además llevaba un porro de marihuana.
El cuadro no se da en un típico barrio fichado por la delincuencia o por el alto índice de pobreza, y quienes consumen no tienen pinta de malhechores. Irónicamente se trata de un centro de educación superior.
Es la universidad y son estudiantes con mochila al hombro, que se reúnen a media tarde en el sitio y no precisamente a disfrutar de la vista, que desde ahí hace honor a la naturaleza, al estero Salado y la belleza urbana de la ciudad.
Comer ‘happy brownies’ es una forma de consumir drogas en la universidad, porque liar cigarros ya es “cuento viejo”. La venta y consumo en el lugar están a la luz sin ningún control.
A 15 metros del puente, cruzando una pared de cemento y arbustos, abruptamente se observa un cuadro totalmente diferente. Jóvenes sentados en el césped, con libros en manos. Unos estudian en grupo y algunos descansan recostados.
La primera escena no complace a muchos estudiantes, como a Valeria, quien pasa por el “puente de la droga” todos los días, cuando va y regresa de la Facultad de Ciencias Químicas. Lleva un año en la universidad y desde que llegó ha sido testigo de esas escenas.
“Creo que hay que prestar atención a eso, porque cada vez hay más alumnos consumiendo en ese lugar, no respetan a quienes pasamos por ahí. Ni siquiera disimulan”. Ella teme pasar por el puente donde se comen brownies y se fuma marihuana.
“Es que cuando se drogan pueden perder el control”, pero el camino es un atajo a su facultad. Por eso, cuando le toca clases en las noches, no cruza sola y camina con un grupo de compañeros.
A la institución le preocupa el problema. Otto Villaprado, vicerrector del Departamento de Bienestar Estudiantil de la Universidad de Guayaquil, oficina encargada del tema, habla con EXTRA y afirma que no solo en el puente lineal se comercializan estupefacientes, sino que hay otros puntos críticos en todos los límites del centro de estudio.
Sostiene que en el departamento psicológico de la dirección integral, se asiste a alumnos que llegan con problemas de adicción, e indica que se está trabajando en campañas de prevención en conjunto con el Municipio de Guayaquil y la Secretaría Técnica de Droga (Seted). Sin embargo, el funcionario menciona que la falta de recursos les impide controlar la situación.
Villaprado asegura que “rara vez” la policía ha llegado para poner orden “porque cuando se los llama, llegan después de que el expendedor se ha marchado”.
Es por esto que la universidad tiene proyectado ubicar cámaras de seguridad vinculadas al ECU 911 y la Corporación de Seguridad Ciudadana. “Las cámaras permitirán que los expendedores sean por lo menos un poco más discretos”.
Galo Salcedo, rector de la institución, reveló a este Diario que para las cámaras de vídeovigilancia se contará con un presupuesto aproximado de 100.000 dólares. Aunque no se ha determinado el inicio del proyecto.
De acuerdo al último estudio nacional realizado por el extinto Consep sobre uso de drogas en población de 12 a 65 años.
El 35,2 % de las 10.976 personas estudiadas señaló que la droga más fácil de conseguir es la marihuana.
Con respecto al gasto mensual por adquirir el estupefaciente, las personas pagan un promedio de 30 dólares. Los menores son quienes más pagan.
Para esa fecha (2013) de la encuesta realizada en 53 ciudades del Ecuador, el 60,8 % de los consumidores de marihuana en el último año tenían edades superiores a los 36 años, dejando la conclusión de que el problema de consumo no solo hay que prevenirlo en las escuelas y colegios.
Más de 8 mil muertes al año por drogas
En el Plan Nacional de Drogas de la Seted, se indica que hasta el 2015 (fecha más actualizada) la edad promedio de inicio del consumo de drogas iba entre 14 y 15 años. Es decir en edad colegial.
En cuanto al costo del fenómeno socioeconómico de las drogas en Ecuador, para el mismo año fue de más de 214 millones de dólares, lo que representó el 0,22 % del PIB. La mortalidad por uso de drogas fue de 8.693, que figura como el 13,42 % del total de fallecimientos a escala nacional.
De acuerdo a estudios, el Índice de Concentración Territorial de Drogas, se centraliza en las zonas 8, 9 y 4 del país.
Ante esta realidad, mediante una informe enviado a EXTRA, la Seted por Convenio Interinstitucional, actualmente trabaja en identificar y analizar los patrones de consumo en la Universidad de Guayaquil.